Nadie puede decir de este agua no beberé, o más bien, no clicaré sobre enlaces engañosos. Como popularmente suele decirse, y no dejan de advertir las fuerzas del orden especializadas en delitos telemáticos, cosas así pasan en las mejores familias. Bien lo sabe la concejala del Partido Popular en el Ayuntamiento de Castelló, Susana Fabregat, que hoy ha alertado a sus contactos en Facebook sobre la sustracción de su cuenta de Instagram, en la que suma 6.250 seguidores.

El origen del engaño ha sido el más común. A través de una amiga le ha llegado un enlace que, al venir de alguien de confianza, no le ha hecho sospechar. Ha clicado y así ha consentido sin ser consciente el hackeo. Muchas veces, este tipo de errores no van más allía de una molesta expansión de mensajes basura que llegan a todos los contactos en la red social afectada para continuar con la malintencionada cadena. En el caso de Fabregat el problema ha sido más serio al suponer la posible comisión de un delito. La edila ha recibido un mensaje en el que le han pedido 500 euros en Bitcoins si quiere recuperar su cuenta. De inmediato ha puesto en conocimiento de las autoridades su situación, presentando una denuncia, para que investiguen el origen.

Advertencia a sus seguidores

La reacción de Susana Fabregat en cuanto ha sido consciente de lo sucedido ha sido advertir sobre su situación. No sería la primera vez en que este tipo de sustracciones sobre el control de cuentas de redes sociales acaban con la publicación de informaciones, imágenes o vídeos comprometidos. Esa es la razón por la que ella ha hecho pública su situación. Hasta nueva orden y si no informa directamente de lo contrario, lo que se publique en su Instagram no es de su autoría ni cuenta con su consentimiento.

El consejo y la advertencia de Policía Nacional y Guardia Civil en estos casos es siempreel mismo y muy contundentes: nunca hay que acceder a enlaces enviados a través de redes sociales, venga de quien venga. Es mejor pecar de desconfiado que sufrir las consecuencias.

En marzo del año pasado, el Ayuntamiento de Castelló sufrió un hackeo a gran escala que bloqueó la administración local. En aquel momento también se exigió un rescate en bitcoins para liberar la información comprometida y devolver la gestión de las plataformas públicas al consistorio. Costó semanas resarcir la situación. Este tipo de ataques cibernéticos cada vez son más habituales.