Cierra el restaurante Brisamar, testigo de la historia del Grau durante casi 100 años

El establecimiento del paseo Buenavista es uno de los referentes de la cocina marinera en la ciudad

Cierra el restaurante Brisamar, testigo de la historia del Grau durante casi 100 años.

Cierra el restaurante Brisamar, testigo de la historia del Grau durante casi 100 años. / Gabriel Utiel

Castellón

«98 años de historia… es una putada». La resignación y la pena tiñen las palabras de Ángel Nicolau, responsable de uno de los restaurantes más emblemáticos del Grau de Castelló, el Brisamar, que el próximo 29 de junio bajará la persiana y dejará un hueco insustituible en el paseo Buenavista.

Son varios los motivos que han llevado a tomar esta decisión, todos relacionados con la dificultad para contratar personal adecuado. El principal escollo ha sido la jubilación de su jefe de cocina, Juan José García, al frente de los fogones durante los últimos 48 años. «No hemos podido encontrar a nadie que le pueda sustituir», explica el gerente. Esto, unido a varias bajas médicas, ha hecho que una empresa familiar que se fundó en 1927 tenga que decir adiós. Lo hará, precisamente, el día de Sant Pere, una jornada especial en el distrito marítimo.

De café a templo religioso

Han sido muchas las vidas que ha vivido este local, abierto con el nombre Café de Nasi. Vicente Bastán y Manuela Solsona, sus fundadores, se dedicaban a la venta de vino y al servicio de café y barretxes. Allí era donde pasaban el tiempo los pescadores en los días de mal tiempo en los que no podían salir a faenar. Poco antes de la Guerra Civil acogía espectáculos de flamenco -allí actuaron en sus inicios figuras como Pepe Marchena o Juanito Varea-, y durante la contienda se convirtió en templo religioso, albergando bodas y bautizos.

Imagen de las antiguas instalaciones del Brisamar.

Imagen de las antiguas instalaciones del Brisamar. / Mediterráneo

El negocio familiar se fue ampliando y en 1957 llegó la reforma más importante y el cambio de nombre a Brisamar, que además de comedor ofrecía servicio de habitaciones. En 1970 el local pasó a manos de la tercera generación, con Ángel Ramón Nicolau y Erundina Cano, y en 1984 desaparecieron las habitaciones para ganar espacio para el restaurante, que adoptó su configuración actual. 

Ángel Ramón Nicolau, tercera generación del negocio familiar.

Ángel Ramón Nicolau, tercera generación del negocio familiar. / Mediterráneo

Vieja escuela

El Brisamar es, sin duda, un restaurante de otra época; «arcaico», según Ángel. Otra forma de decirlo es que es de los pocos donde todavía se trata al cliente con cuidado exquisito, se elaboran los platos al momento o cuyos camareros limpian el pescado frente al comensal, por ejemplo. El buen hacer del servicio de la vieja escuela, en definitiva. Por otro lado, supo reinventarse ofreciendo en su terraza la opción de comer de tapas y bocadillos tras la crisis del 2008, cuando los empresarios del azulejo ya no ocupaban sus mesas día sí y día también. «Se ha perdido mucho el turno de cenas», dice.

Ángel Nicolau, actual gerente del Brisamar.

Ángel Nicolau, actual gerente del Brisamar. / Mediterráneo

De igual modo, la imagen del paseo Buenavista como escaparate de la cocina marinera parece ya de otra época. «Estoy rodeado por locales de kebab», resume Ángel. Y es que los restaurantes especializados en arroces y mariscos están dejando paso a otro perfil de establecimiento. De hecho, el histórico Casa Santiago también echa el cierre este mes, sumándose a una larga lista de míticos que bajaron la persiana: Casa Falomir, Rafael, Mare Nostrum, Casa Chiva...

Un listado al que se sumará en breve el Brisamar, testigo de la historia del Grau de Castelló.

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