El CD Castellón estrenó temporada, equipo y categoría, pero mostró los mismos defectos que le condenaron a descender cuando parecía que tenía la salvación en su mano. Justo castigo del Albacete, que, con todo, vio como la tardía reacción visitante, a lomos de Pablo Hernández (recortó distancias), amenazó seriamente un triunfo que tenía en su mano, hasta que llegó la sentencia de Rubén Martínez, tras controlar la pelota con la mano. El Castellón, un equipo tan verde como la camiseta, que solo se comportó como tal cuando su jugador franquicia y estrella de esta Primera RFEF saltó al césped tras una pretemporada en blanco. 

Sergi Escobar escondió su primer once hasta prácticamente la hora de inicio del partido, puesto que calentaron 12 jugadores. A la postre, se decantó por Juan Ortuño como acompañante de Mario Barco arriba en detrimento de César Díaz. Bajo palos y en defensa, sin sorpresas, con Álvaro Campos guardando las espaldas a una línea completamente renovada, con Yac Diori, Kevin Sibille, Edu Luna y Salva Ruiz de derecha a izquierda; más adelante, Jesús Carrillo y Kialy Koné en bandas, con Carles Salvador más Borja Martínez en la sala de máquinas.

DOS EQUIPOS RECONSTRUIDOS

Un Castellón, al fin y al cabo, más continuista respecto al de la pasada campaña, con hasta tres jugadores (más Carrillo, testimonial en la primera vuelta antes de salir cedido). Mucho menos el remozado pero más rejuvenecido el Albacete, con Manu Fuster como único nexo de unión entre el pasado y el presente de los manchegos.

Los locales llevaron el peso del encuentro frente a un Castellón que apostaba por nadar y guardar la ropa. Con todo, el encuentro ofrecía lo esperado para tratarse de una primera jornada, con dos equipos en proceso de formación, máxime con tanta cara nueva. Sin embargo, el Albacete fue creciendo paulatinamente y Álvaro Campos empezó a acaparar el protagonismo, con intervenciones crecientes en dificultad ante Fran Álvarez y Jordi Sánchez. Kevin Sibille se sumaba a la hora de evitar el 1-0, que llegó a los 38 minutos. Poderoso cabezazo de Rafa Gálvez, de esos que ya mostró en su etapa como orellut, ganándole la partida a Mario Barco, convertido en gol por la interactividad con el larguero y el cuerpo del cancerbero valenciano. Poco importaba que, en este duelo de capitanes, el cordobés evitara celebrar con una gran efusividad la diana. El mal ya estaba hecho. Otra vez la maldición de los ex caía sobre el Castellón.

Los albinegros dejaban escapar el primer acto con una aparición tan residual como imperceptible cara a la meta defendida por Dragan Rosic. Y, lo peor de todo, por detrás en el electrónico.

Espabiló el Castellón, pero improductivo arriba. Manu Fuster estuvo listo y buscó el contacto con Salva Ruiz en el área. De resultas, el 2-0, en el penalti transformado por el 10 de los locales. Escobar se giró y sacó a Pablo Hernández. Una delicia verlo jugar. Su simple irrupción conectó todos los circuitos de los albinegros, que por fin actuaron como un todo. El Mago se benefició de un regalo para, eso sí, devolver a los suyos al partido, con un cuarto de hora por delante y el subidón del 2-1.

DEL 2-2 AL 3-1

Salva Ruiz hizo trabajar a Dragan Rosic. Carles Salvador lo intentó también, como un Yac Diori que casi sorprende al portero serbio. Edu Luna dio el último aviso antes de que, en el otro área, Rubén Martínez se ayudara de la mano para acomarse la pelota y cerrar el encuentro.