El CD Castellón, como al principio de temporada, vuelve a instalarse en la zozobra. Delicada situación deportiva, después de cuatro jornadas sin marcar, en las que únicamente ha amarrado un empate. La furibunda igualdad del grupo 2 de Primera RFEF le permite, pese a un saldo negativo de goles a favor y en contra (-2), pese a haber sumado, a siete jornadas del final, solo una victoria más que derrotas, le permite estar a dos puntos del objetivo de participar, a primeros de junio, en los play-off de Galicia... Lo cual no quita que su horizonte se haya llenado de nubarrones. No en vano, la 12ª plaza hace daño a la vista.
Y, encima, el líder viene a Castalia. El Albacete, con el que la pasada campaña compartió sufrimiento y, finalmente, la tristeza del descenso (ambos cerraron la clasificación en LaLiga SmartBank), aguanta la presión de Andorra y Villarreal B en lo más alto, lo que le permitiría volver al fútbol profesional sin eliminatorias ni nada. Catorce puntos les separan, una distancia que ni unos soñaban en el más dulce trance onírico; ni los otros se la imaginaban en la peor de las pesadillas.
Impresionante tarjeta de visita
Pero los números son los que son; y a siete jornadas del final, el algodón no engaña ya. Son partidos para los expertos, para los veteranos; para los que han competido en Primera o en la Premier; para los que han sido campeones; para los que han jugado en la selección toda una Copa de las Confederaciones... Y sí, en Primera RFEF, el nuevo tercer escalón del fútbol español, encontramos a alguien que encaja en ese perfil, en cuya tarjeta de visita figuran todos estos y algunos registros importantes más. Y, además, juega en el Castellón: Pablo Hernández, cuya sombra es muy larga en Castalia, desde su atalaya en la Torre Maratón.
No está siendo una temporada especialmente brillante, a pesar de que ofreció grandes encuentros en la primera vuelta (el 2-0 al Barcelona B con dos asistencias suyas, incluso el 0-1 ante el Atlético Sanluqueño en Castalia). Problemas con las lesiones y los efectos derivados del primer parón por el coronavirus (los albinegros se confinaron un par de semanas, desplazando los encuentros contra el Costa Brava y el Villarreal B) le descolocaron. Frente al Real Madrid Castilla (3-0), el Mago, con un tanto y otro pase de gol, ofreció un nuevo fogonazo, pero volvió a apagarse. La quinta amarilla que vio contra el Alcoyano le impidió participar en la peor derrota del Castellón en este ejercicio (el 3-0 en Tarragona), pero está disponible contra el Albacete. Justo cuando es más necesario que nunca.
«Castalia pesa», ha afirmado, por activa y por pasiva, Sergi Escobar en los últimos tiempos. No para Pablo Hernández, que ha jugado en los mejores estadios de España o Inglaterra, tal vez las dos ligas más poderosas en el siglo XXI.