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CD CASTELLÓN

La opinión de Pepe Beltrán | La (no) venta

Vicente Montesinos, en el palco del Estadio Castalia. GABRIEL UTIEL BLANCO

Concluía la semana pasada que las deudas de Vicente Montesinos no son solo de dinero, e insisto que así lo ha venido demostrando. Pero, como bien me apuntaba un amigo lector --y no es un oxímoron--, lo que de verdad preocupa es la situación económica y la falta de proyecto, causa de disolución para cualquier otra mercantil no deportiva, que incluso pone en peligro la fiesta del Centenario del próximo 23 de julio. Porque, sí, cualquier informe auditor riguroso y no partidista advertirá que la crisis es ya más grave que la del año 2011.

El amplio y corrosivo aparato de agitación y propaganda que despliegan los acólitos del presidente del Castellón ¿ha conseguido? hacernos creer en una inminente venta del club. Y, con ser cierta como solución, no ha pasado de ser una puesta en escena, obviando para ello las circunstancias que la rodean y que impiden pensar en que ese remedio llegue a ser efectivo por falta de tiempo. Porque, además de los pagos pendientes, la urgencia de los mismos nos ahoga hasta la muerte. 

La documentación oficial ofrecida en la junta general de accionistas de hace apenas cinco meses ya destapaba un letal fondo de maniobra negativo, es decir, la diferencia entre la liquidez inmediata y los pagos a corto plazo que, entonces, se preveían 2,9 millones negativos que, sin duda, se habrán visto incrementados por los pasivos financieros también reconocidos de 1,1 millones, el millón largo en nóminas de la plantilla y los casi 1,3 millones pendientes con Hacienda y la Seguridad Social. Verbigracia, desde ya, el concurso de acreedores tiene conveniados importantes e inaplazables pagos, el primero programado para este año de 480.000 euros.

Frente a tan cruda realidad, el consejo decidió anular la ampliación de capital que hubiera aliviado la tesorería y fiarlo todo a la quimera de un ascenso que, huelga recordar, no se ha producido. Otro fracaso que añadir a la gestión que ha merecido el aplauso, el desorbitado sueldo y la continuidad del intocable director general Jordi Bruixola

Por eso, decía el miércoles pasado que el anuncio de que se barajan hasta tres ofertas para la venta del club, lejos de tranquilizar nos insulta, porque da por sentado que alguien va a comprar hoy sabiendo la inmediatez y el volumen de esa deuda. Y más aún, sumarle luego la calderilla de las comisiones y hasta los beneficios que se pretenden por unas acciones que no valen nada y que, según fuentes oficiosas, Montesinos habría tasado en otros cuatro millones.

Como contrapartida, el peso de la ley de la oferta y la demanda: frente al pecado de gula del que pide, la virtud de la prudencia del que mira el escaparate. El hipotético comprador es consciente de todo, no pagará por un club en liquidación por derribo y solo aceptará una cesión gratuita de las acciones a cambio de salvar la quiebra, a lo sumo con una prima por resultados, del tipo de la que se pactó en su momento por el ascenso y que tampoco está clara que haya llegado a desembolsarse.

Post Scriptum.- En su emotiva carta de despedida, Sergi Escobar perdió la oportunidad de hacer pública la verdad de los enfrentamientos cainitas en el seno del Castellón que han forzado su dimisión, amén de la situación de abandono en la que ha tenido que trabajar. Un señor y un albinegro de corazón. Ofreció así su último servicio al club, mayor que el contrato condonado, por justo y necesario que hubiera sido señalar a los verdaderos culpables. El día que Montesinos entienda que la renuncia es la única solución viable, el traspaso más factible y, además, su mejor legado, empezaremos a otear un horizonte menos luctuoso que el actual. Porque en esas condiciones sí hay candidatos, que en puridad nunca se fueron del todo.  

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