El Castellón ha llegado a ser lo que es en este Centenario gracias a esos jugadores que se nos viene a la memoria: los José Alanga, Basilio Nieto, Manolo Badenes, Juan Bautista Planelles, Enrique Saura... Entre los centenares de futbolistas que han tenido el privilegio de enfundarse la albinegra, los hay que aunque tuvieron un paso fugaz, también presumen con orgullo de haber pertenecido al club. Hoy les traemos la impactante historia de Eduardo Capitán Muñoz, uno de esos olvidados, pese a que, a sus 92 años, es el exjugador del Castellón de mayor edad en esta efeméride.

Hacía apenas ocho años que la Sociedad Cervantes Fútbol Club, germen del club, había empezado a hacerse un hueco en aquel incipiente balompié español cuando Capitán nació en la calle Sant Vicent de la capital de la Plana. En los recreos de la escuela de frailes, en los que mataba el tiempo con el balón, se dio cuenta de que tenía cierta habilidad... Sin embargo, un padre militar le llevó a recorrer gran parte del país. Así, hasta que, con 15 años, se enroló en el juvenil del Gimnàstic de Tarragona. Sin embargo, la llamada del entrenador Emilio Vidal le permitió volver al Castellón, con el que jugó una sola temporada, la 1951/1952: 16 partidos en total, en un equipo que entonces militaba en Tercera División. No prolongó demasiado su carrera como futbolista, ya que después de dos temporadas en el Burgos y otra en Extremadura, se retiraba con apenas 25 años para encaminar su vida hacia otros menesteres, aunque el fútbol, como demuestra camino de su propio centenario, siempre le ha acompañado.

El despacho de Eduardo Capitán muestra su pasado en el Castellón, Burgos, Extremadura... (C) JACOB ESTUPIÑÁ MORALES

Su efímera aventura como orellut, en una categoría como aquella, con todo, le marcó. Cuando se le pide que rememora aquella etapa, 70 años atrás, a su mente acude una anécdota sugerente: «Recuerdo un partido, jugando con el Castellón en el Sequiol, que robé una pelota e inicié el ataque del equipo. Noté el apoyo del público, que se te metía en el oído y te deba fuerzas, los aplausos...», relata.

Una inusual revelación

En su repaso vital, en la que este risueño y dinámico nonagenario presume de trayectoria laboral (el reconocimiento de la empresa alemana en la que estuvo trabajando como mecánico de camiones pero, sobre todo, la empresa azulejera que levantó en l’Alcora) o familia, sorprende cuando, si le dan a elegir entre el fútbol que practicó y al que ahora le dedica tantas horas al día, viéndolo y estudiándolo (es un fanático de las quinielas), con un manejo del ordenador que ya quisieran para sí muchos), se queda con el del presente.

El Castellón de la campaña 1951/1952, con Capitán. (C) JACOB ESTUPIÑÁ MORALES

«Antes de jugaba de otra forma: no habían marcajes tan severos, los campos no estaban tan cuidados, luego estaba la pelota y las botas, que pesaban un montón... Además, eran once contra once, no había cambios: si se lesionaba alguno, pues con 10 y ya está, a aguantarte», ilustra desde su domicilio en Almassora. «El fútbol de ahora me gusta más en todos los aspectos: todo está mucho más preparado y los jugadores tienen hasta preparadores individuales que les permiten mejorar», comenta en presencia de su hija, que, con modestia, admite que, a veces, riñen «porque se pasa todo el fin de semana viendo fútbol» en algunas de las tres televisiones de que dispone.

Desgraciadamente, el Castellón no está entre esos encuentros que, religiosamente, se apunta en un papel con los horarios que siempre lleva consigo para no olvidarse de nada: «Hace tiempo que, por su gestión, no está en la categoría que yo creo que debería estar».