La afición del CD Castellón ha empezado su particular remontada con la campaña de abonos. Presentada el pasado lunes, después de semanas de demora por el proceso de compraventa del club, lleva apenas cuatro días en marcha y, a razón de aproximadamente un millar de renovaciones por jornada (entre presenciales y vía online), ya se ha colado entre las tres masas sociales más numerosas de los 40 equipos de la Primera Federación.
El Castellón ya está casi en 4.000 socios, a pesar de que se viene de una temporada altamente decepcionante (que, a su vez, recogía el testigo de un descenso) y de más de un mes de incertidumbre por el cambio en la propiedad. Esta respuesta, encima con apenas un fichaje, solo se entiende con la expectación generada a raíz de la llegada del empresario canadiense Haralabos Bob Voulgaris, que no solo viene a arreglar la situación económica de la entidad, sino también con un plan de futuro con vistas a Primera División, a la construcción de campos propios para entrenamientos y una ciudad deportiva más a largo plazo, a modernizar las estructuras...
Por delante, el Castellón tiene al Córdoba: camino de los 11.000 abonados. El club califal, impulsado, además, por el ascenso desde la Segunda Federación, parece que se va a llevar la corona, tomando el testigo del Deportivo, cuya afición parece estar todavía bajo los efectos del shock que le supuso perder la final por el tren de vuelta a LaLigaSmartBank, en su campo, en la prórroga, cuando le valía el empate con el Albacete.
Otro equipo histórico, grande, de una importante capital de provincia como el Real Murcia, vive en la misma nube que el Córdoba, en su caso, además, al haber protagonizado el fichaje de más impacto hasta la fecha: el regreso de Pedro León. Pero, ojo, que los coruñeses quieren rivalizar con la incorporación de Lucas Pérez.
¿Prepara Haralabos un golpe similar o, incluso superior? La afición bien lo merece.
