Cualquier albinegro recuerda la plantilla que, a los mandos de Óscar Cano, subió a Segunda B en aquel play-off pandémico de julio del 2020. No obstante, si hay un futbolista que prácticamente no trascendió, al que muchos incluso cuesta recordar, es un futbolista con el nombre de Alejandro Sanz pero que, futbolísticamente, se le conoce como Kako. Su relación con el CD Castellón es, cuanto menos, curiosa.
El mediocentro, natural de Tudela, llegó a finales de aquel enero, cedido por un Numancia por entonces todavía en LaLiga SmartBank, para ser el relevo de un Josep Calavera recién traspasado al Atlético (que, a su vez, prestó a un centrocampista, Mikel Carro, que también pasó de puntillas). Los números dicen que Kako apenas disputó 307 minutos en siete partidos. Cano recurrió a él en la prórroga de la eliminatoria de campeones contra el Logroñés, pero ya no hubo ni rastro de él frente a la Peña Deportiva ni ante el Cornellà. Después recaló en el Atlético Baleares, también con un paso testimonial, antes de salir a Finlandia (Inter Turku), donde ya jugó con asiduidad. De regreso a España, el Linares reclamó sus servicios, pero tampoco fue un pilar en la extraordinaria temporada de los jienenses.
Estaba sin equipo cuando Santi Castillejo recurrió a su paisano, que ya va para los 30 años, cuando, a principios de agosto, el centrocampista David Rabadán sufrió una grave lesión. Ha jugando en las cinco jornadas, las dos últimas ya de titular.
