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OPINIÓN

Las cuarenta de Pepe Beltrán | De medallas y distinciones

Robin Taylor representó al Castellón en la recepción de la Alta Distinción de la Generalitat. Mediterráneo

Con motivo del Centenario --me gusta escribirlo con mayúscula porque llegar a este aniversario no ha sido fácil-- y, sobre todo, con el relevo accionarial, se ha reactivado la pasión por el CD Castellón. El número de abonados es una muestra de lo que se vive en la calle, corregido y aumentado con la actual clasificación del primer equipo y el anhelo de un ascenso. Pero, además, resulta evidente un reconocimiento social que va más allá de la categoría deportiva. La Medalla de Oro de la ciudad, concedida hace unas semanas por parte del Ayuntamiento de Castellón, y la Alta Distinción de la Generalitat Valenciana librada el pasado domingo, 9 d’Octubre, dan buena cuenta de ello.

Barrunto que no se trata de simples avalorios más o menos lucidos o la guinda en una tarta con cien velas, si no el reconocimiento a lo que ha representado y representa el club para la sociedad castellonense. Ítem más, el agradecimiento a su contribución para hacer más grande y mejor esta ciudad, esta provincia. Y también, a qué negarlo, un gesto y un alivio dirigido hacia su nuevo propietario por evitar que con la desaparición de la SAD se perdiera algo más que la ocasión de la efeméride.

Para recoger la medalla en el acto del Teatro Principal se escogió a un ex jugador de leyenda como Luis Cela; a un ex presidente avezado en las más duras etapas como Ximo Roca; y a un abonado antiguo en la persona de Román Ferrer, el socio número 2. Claro que podrían haber sido otros, porque cien años de historia afortunadamente dan para mucho, pero la representatividad era máxima y el consenso absoluto. Las palabras de la alcaldesa, Amparo Marco, incidieron en todo lo que significa el Castellón y lo que con él legamos a nuestros descendientes.

En el Palau de la Generalitat recibió el galardón Robin Taylor, responsable del departamento comercial y persona de confianza del presidente, Bob Voulgaris. Sin duda, y en ausencia del dueño, es la cara visible del club. Reconforta la asistencia de Taylor a este tipo de eventos, porque significa que es consciente de lo que supone el Castellón a todos los niveles y visibiliza la certeza de que se quiere superar una época con más sombras que luces. Pero, sobre todo, dejamos de ver a los de siempre, a aquellos cuya labor nos dejó al borde de la muerte y siguen luciendo palmito sin vergüenza.

Huido Jordi Bruixola y prácticamente limpio el consejo de administración --hay rémoras incluso de la investigada etapa de David Cruz--, el capítulo pendiente para el resurgimiento definitivo y cimentar el segundo Centenario pasa por tomar el control de la Fundación, que para eso se hicieron los estatutos, para evitar la deriva actual.

Motivos hay mil, ya que ha sido la gran responsable de que el Centenario no haya servido para aunar a todos los sectores del albinegrismo y reportar patrocinios e ingresos atípicos con la explotación de la marca; además, deviene culpable en última instancia de la crisis que aboca al fútbol base al sumidero de los malos resultados. El máximo exponente es el equipo amateur, deambulando por la categoría sin los apoyos necesarios y ofreciendo una mala imagen que va más allá de la clasificación

La regeneración y la higiene mercantil de la SAD requieren de una intervención inmediata antes de que la Fundación devenga un lastre en vez del mejor exponente de nuestros valores y, sobre todo, deje de ser un refugio donde guarecerse los fieles de Vicente Montesinos sin necesidad de rendir cuentas de su trabajo, sus gastos y sus nóminas. 

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