Bob Voulgaris no ha llegado solamente a Castelló para conformar un buen equipo de fútbol. Es lo que marca la productividad en el fútbol. Cierto es. Pero el primer punto en la agenda del custodio, como él mismo se ha definido, es construir un club profesional con unas bases sólidas. Precisamente por no tenerlas, el CD Castellón perdió rápidamente la categoría después del ascenso a Segunda con Montesinos. Ese fue el gran handicap al que tuvo que hacer frente el anterior presidente, mermado fundamentalmente por la guerra civil de egos que acabó hundiendo al club. Ya se ha hablado bastante de este tema y paso página, pero sí me sirve para poner en antecedentes que la entidad necesita potenciar una estructura profesional en todas sus áreas --léase deportiva, social, comercial y de comunicación--, también este último punto importante y para lo que no valen solamente las buenas intenciones y maneras de Robin Taylor, un tipo que destila buen rollo y un fino humor inglés que me agrada.

Bob lo tiene muy claro y sigue dando pasos al frente. Me gusta porque lo hace con la velocidad justa, sin atender a revoluciones pero con paso firme. Y quiere gente de su confianza o que haya elegido para todas las áreas. De ahí vienen sus últimas decisiones en el área deportiva. Solamente el técnico no ha sido designado por él, pero a Torrecilla le han puesto en las manos un Fórmula 1 que sigue funcionando bien en cuanto a resultados se refiere. Ganar cinco partidos seguidos en Castalia, o en cualquier campo, no es tarea sencilla. Y líderes. El Castellón es uno de los principales candidatos al ascenso directo en su grupo. En mi opinión, el principal una vez vista ya una cuarta parte del campeonato. Posee un gran plantel.

El modelo deportivo lo tiene muy claro. Y todas las incorporaciones de esta temporada han sido supervisadas por él y su equipo, con el buen trabajo también de Fernando Gómez Colomer, pero siempre avalado por Bob. Luego viene la formación de un organigrama de club definitivo, que deje paso al provisional de ahora. La nomenclatura no es mía y pertenece al propio dueño. 

La Fundación también sufrirá sus cambios, dirigida ahora en lo deportivo por Fernández Cuesta. No es que funcione mal, ni mucho menos, pero necesita también dar un salto cualitativo para conformar una estructura mucho más profesional. Siempre en la misma línea.

Bob Voulgaris y su equipo llevan tiempo meditando y buscando soluciones para que el Castellón tenga una infraestructura en materia de instalaciones que permita al club centralizar su vida deportiva en un lugar. Y en eso avanzan ciertas negociaciones que no es momento ahora de revelar hasta que no se alcance, o se decida, el camino final. En marcha hay posturas adelantadas. De momento, se ha buscado para el primer equipo la fórmula de Marina d’Or que para la temporada en curso es buena solución.

Y queda el convenio del estadio y el concurso de acreedores, entre otras cuestiones que iremos desmenuzando más adelante. Bob trabaja para dejar la deuda del club a cero, cerrando acuerdos. Castalia, aunque no es la prioridad inmediata, necesita un lavado de cara urgente. Y el Ayuntamiento no puede estar de espaldas a ello porque el Castellón es patrimonio sentimental de la ciudad y debe ayudar en la medida que sea justa. La agenda de Bob está completita. El Castellón tiene buena pinta.