Dani Romera acelera para anticipar su regreso. El almeriense, que viene de no jugar en Tarragona (aunque sí viajó y estuvo en el banquillo el Nou Estadi Costa Daurada), debido a una pinchazo muscular, fruto del encuentro disputado contra el Intercity (6 de noviembre), podría reaparecer este sábado (18.00 horas), en el Estadio Castalia.
Si el CD Castellón viene de verse las caras con el Nàstic, el exequipo de Romera (cedido por la Ponferradina) y por el que el club tarraconense suspiró, ahora le toca medirse al Real Murcia, el otro gran rival de los albinegros por el delantero andaluz. Al parecer, la entidad grana echaba la casa por la ventana por el ahora máximo realizador orellut (seis tantos y dos asistencias) y hasta ofrecía trabajo a su mujer... aunque terminó decantándose por el proyecto de Haralabos Voulgaris. Ya con Pedro León de regreso, los pimentoneros ficharon a otro incombustible, como el venezolano Miku.
Romera mostraba su satisfacción en las redes sociales con las sensaciones en el entrenamiento en Marina d’Or, a poco más de 48 horas para el esperado encuentro. En consecuencia, en su perfil de las redes sociales, el destacado artillero colgaba un par de imágenes en la que, aunque en solitario (custodiado, además, por el fisioterapeuta José Martí) en dos exigentes movimientos. «¡Trabajo duro!», era el comentario, que, en inglés, acompañaba las dos fotos.
Durante la semana previa al duelo contra el Nàstic, Rubén Torrecilla guardó el secreto de la pequeña lesión muscular de su principal referente ofensivo bajo siete llaves, hasta el punto de que todos lo daban como titular ante el Nàstic. De hecho, el extremeño fue quien, en la rueda de prensa posterior a la derrota (2-1), explicó el porqué de la destacada ausencia.
Giorgi y Jorge
Todo hace indicar que Giorgi Kochorashvili, que recibió un par de puntos de sutura en el fuerte golpe en el pómulo el pasado sábado, estará a la entera disposición de Torrecilla, con lo que Jorge Fernández sería la única baja segura ante el Real Murcia... a no ser que vuelva a imponerse la ley del silencio en el cada vez más bunkerizado vestuario de Castalia (o, en este caso, en el de Marina d’Or, donde los albinegros han fijado su cuartel general, entre otras circunstancias por la resiembra del césped del estadio).
