La crónica | El Castellón resiste al Murcia y al Ibiza y se marcha al parón en lo más alto (2-1)

No es necesario recordárselo a la afición del Castellón, que tiene un máster en la materia, pero en el fútbol, a menudo, para ganar y competir toca sufrir. Y tan sufrido como valioso fue el 2-1 del Castellón sobre el Murcia. Los goles de Medunjanin y De Miguel, uno en cada tiempo, sirven para firmar el pleno de victorias en Castalia y devuelven a los orelluts al coliderato, posición de privilegio que habían perdido momentáneamente tras el triunfo matinal del Ibiza.

Y es que, por vez primera en mucho tiempo, el Castellón saltó al césped en la segunda posición de la tabla. El Ibiza forzaba al equipo de Dick Schreuder a la respuesta. Día clave: solo valía ganar para igualar el puntaje y seguir mirando a los demás desde arriba.

El planteamiento

Además, enfrente, el Murcia de Pablo Alfaro saltó a Castalia con las ideas claras. La teoría se la sabía: dónde presionar, qué hacer con la pelota y sobre todo dónde evitar la pérdida. Directo y vertical, trató de acentuar los riesgos que toma el Castellón en la zaga, multiplicando los duelos individuales en la última línea. A los 15 segundos ya había chutado a puerta (un tiro lejano de Guarrotxena que blocó Gonzalo) y en apenas cinco minutos estaba claro que el Murcia había hecho los deberes de la previa.

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También ocurrió, como suele, que el Castellón se sabe de memoria su lección preferida. A veces tarda más y otras veces tarda menos, pero llega un momento en el que parece pulsar un interruptor, y lo que era oscuridad se ilumina. De repente se despeja la incógnita de la salida, los de atrás conectan con algún interior, este se gira y otea un océano de posibilidades hacia la otra portería.

Este fenómeno (quizá paranormal) está ocurriendo siempre en Castalia esta temporada, más allá del planteamiento del rival o de la puntería. Antes del minuto 10 ya se habían enhebrado un par de maniobras que acabaron con incorporaciones de Manu y de Borja, pero sin precisión en el centro definitivo. En una de esas, en el minuto 15, Iago Indias --pivote por la ausencia por lesión de Calavera- forzó un penalti por mano y Medunjanin no acertó cuando Castalia se relamía.

El penalti

El penalti lo desvió a córner el portero Manu García. Es lo que tiene el fútbol: el mismo Castellón que anda batiendo récords goleadores ha sido incapaz de marcar alguno de los cuatro penaltis que ha lanzado esta temporada (paranormal, quizá, también, se resolverá algún día).

Como fuere, el interruptor albinegro seguía encendido. El Murcia recurrió a las faltas y en esas faltas encontró el Castellón su merecido. Avisó en el minuto 23, en una jugada de pizarra: voleó Raúl Sánchez, repelió el portero y se marchó fuera el emboque de Iago Indias. Y celebró en el minuto 30: Iago bajó de cabeza el pase de Moyita y Mendujanin fusiló a Manu García, quitándose de paso una espina.

En desventaja, el Murcia anduvo listo. Frenó la inercia del partido todo lo que pudo y, aunque le costó un capazo de amarillas, logró controlar la ola albinegra y surfearla hasta la orilla.

Lluvia de peluches en Castalia

Segundo tiempo

Porque, pese al 1-0, el Murcia seguía teniendo un plan: el mismo. Y en el inicio del segundo tiempo, en el minuto 48, cantó bingo. Presionó y robó en una salida enredada por Chirino y lanzó una transición que Carrillo empujó a la red junto al segundo palo. 

1-1. ¿Qué pasó? El interruptor. 

Lo activó enseguida un cabezazo de De Miguel y lo culminó de nuevo el mismo. El 2-1 llegó en el minuto 53 y fue un golazo colectivo. El Castellón encadenó ataques por oleadas hasta que encontró el camino. Borja Granero cabalgó imperial por la izquierda, ganó la línea de fondo y tensó el centro raso. Lo empujó a la red De Miguel. Siempre el más listo.

El envite no acabó ahí, ni mucho menos. Con independencia del marcador, una evidencia flotaba en el ambiente: el equipo de Schreuder quería un ritmo (alto) y el Murcia, otro (bajo). Los visitantes volvieron a ser capaces de descabalgar al Castellón y le ganaron tiempo a la vida. Sobrevivieron y, con los cambios y el partido abierto, afilaron el colmillo. El triunfo local deambuló por el alambre hasta el pitido final del árbitro. No sentenció el Castellón en un par de ocasiones claras (en una Medunjanin se adornó en exceso), y Granero hubo de emplearse al límite para frenar dos avances con susto.

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