Fútbol

Luiche, en la memoria de Castellón

Javi Valls, Toni Manchado y Antonio Alapont, compañeros y pupilos del emblemático Luiche, comparten sus recuerdos en Mediterráneo | Fue el entrenador del último ascenso del Castellón a Primera, un hito que logró en 1989 | Antes, con el Villarreal, había subido a Segunda (como futbolista, en 1970) y a Segunda B (en el banquillo, en 1987) | Su carácter dejó una profunda huella en el fútbol de la provincia

Luiche posa en los aledaños del Estadio Castalia, con sus características gafas de sol.

Luiche posa en los aledaños del Estadio Castalia, con sus características gafas de sol. / Archivo Mediterráneo

Enrique Ballester

Enrique Ballester

Castellón

El mundo del fútbol llora la pérdida de Luis García Martínez, Luiche, fallecido a los 83 años aquejado de alzhéimer. Compañeros y pupilos comparten en Mediterráneo recuerdos sobre un personaje carismático que vertebró durante décadas el fútbol de la provincia.

El mayor logro de Luiche como entrenador fue el ascenso a Primera con el CD Castellón, el último hasta la fecha. Ocurrió en la temporada 1988/89. Javi Valls, el jugador con más partidos en la historia del club orellut, era uno de los capitanes de aquel equipo. «Lo primero que me viene a la cabeza es la personalidad de Luiche. Para mí, un chico de la cantera, llegar a Primera División con el Castellón fue lo máximo, y él fue el principal artífice de aquel éxito», apunta Javi, quien destaca la solidez de un equipo que ganó 13 partidos por uno a cero o cero a uno.

De hecho, para lograr el ascenso empató a cero los dos partidos decisivos, incluido el crucial en Burgos. «El día anterior, por los resultados de los rivales, sabíamos que necesitábamos el empate. Estábamos en el hotel totalmente convencidos de que no nos iban a marcar, y así fue. Esa temporada, Luiche organizó un equipo con una estructura defensiva colectiva muy buena. Nueve jugadores más el portero estábamos muy implicados en defender. Arriba estaba más libre Pepe Mel, pero la base era no encajar», desarrolla Javi Valls. «El año siguiente perdimos a Mel y a Vinyals, que eran muy importantes, y Luiche lo resolvió muy bien para lograr la permanencia en otra gran campaña. Tenía la capacidad y la inteligencia de no complicar demasiado las cosas», destaca.

"Nos reíamos mucho"

Además de entrenador, Luiche era un incansable generador de chascarrillos y anécdotas. La mayoría no cabe en esta pieza. «Nos reíamos mucho», resume Javi. «Con nosotros era muy cercano y con la prensa también. Regalaba titulares y asumía tanto protagonismo que a los jugadores nos quitaba mucha presión», razona. Javi rememora algunas charlas del entrenador y sus dificultades a la hora de pronunciar a algún jugador del rival. «Con Stojadinović, por ejemplo, no había manera, y al final se rendía y lo llamaba ‘el jodido este’», señala, entre risas.

«Era una manera de relajar la tensión antes de los partidos», matiza, en un diagnóstico que comparte Antonio Manchado, otro de los referentes de aquel equipo de canteranos que dio con el ascenso una gran campanada. «Una vez en Santander nos dio una gran charla sobre el peligro de Quique Setién y resulta que quien jugaba era Quique Estebaranz. Se hacía querer, era muy de la broma, eran típicos sus comentarios jocosos con los que quitaba hierro a cualquier situación negativa», dice Manchado, uno de los que realizó junto a Luiche el viaje desde Segunda a Primera. 

«Era una persona muy dicharachera y abierta con el jugador. Podías hablar con él y constantemente lo hacía sobre cosas del fútbol, sobre todo, del juego. El año del ascenso creó una familia en el vestuario», valora Manchado.

Como futbolista

Antes de ser entrenador (también en el Nules), Luiche fue futbolista. En la provincia de Castellón jugó en el Segorbe, el Benicarló y el Villarreal, donde protagonizó varios momentos para la historia. En uno de ellos, marcó en Madrid, en 1970, uno de los dos goles que sirvieron para derrotar al Bilbao Athletic y abrochar el primer ascenso del club groguet a la Segunda División.

El portero de aquel Villarreal era Antonio Alapont. «Luiche era centrocampista, sabía jugar y entendía el juego. Ese año se juntó un buen equipo y él era el organizador, llevaba el 8. Hablaba mucho y ordenaba a todos. Hacía piña. En aquel ascenso marcó el primer gol y luego Causanilles hizo el segundo. Después las pasamos canutas, pero aguantamos», explica Alapont. «Después de ascender tuvo mala suerte, porque en un amistoso en Sagunto le rompieron la tibia. Yo estaba en la portería y escuché cómo se rompía, fue como el crujir de una caña. Nos dolió porque era un buen elemento, buen compañero», finaliza.  

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