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La crónica | Chirino castiga a un Castellón sin gol (1-0)

El Almería doblega por la mínima a los albinegros que encadenan dos derrotas y tres partidos sin marcar

Cipenga, que fue de más a menos, encara a Baptistao durante el Almería-Castellón.

Cipenga, que fue de más a menos, encara a Baptistao durante el Almería-Castellón. / Marc Guidotti / CD Castellón

Enrique Ballester

Enrique Ballester

Castellón

La fuente de los goles se ha secado en el Castellón, que encajó en Almería la segunda derrota seguida en el tercer partido sin marcar. El gol del exalbinegro Chirino marcó la diferencia en un encuentro parejo, y frustrante en clave orellut.

Existía en la previa un especial interés por comprobar cómo funcionaba el Castellón sin dos capataces. No eran dos bajas cualquiera: devolver la titularidad a Alberto Jiménez y construir la medular en torno a Ronaldo Pompeu fueron dos de las primeras y más sustanciales decisiones de Pablo Hernández. Ausentes ambos, Brignani acompañó a Salva Ruiz en la zaga y la dupla Barri-Gere sujetó la media: el colectivo dio la talla y los albinegros compitieron de veras en un escenario complicado. No se escurrió por ahí la contienda.

Primeros compases

Como estaba previsto, el paisaje inicial del partido fue abierto. Los espacios se expandían en el verde como un océano. En el ir y venir, se sucedieron los acercamientos.

El línea cortó un avance de Mabil (la otra novedad en el once, en detrimento de Mamah) por fuera de juego, al límite, por la banda derecha. Pronto volcó el Castellón sus ataques por la izquierda, porque por allí andaba Cipenga cipenganeando. Cipengar es un verbo de la primera conjugación: encarar, picotear, verticalizar, agitar el fútbol por el costado.

En una de esas, Cipenga definió flojo en situación óptima en el área. En otra, raseó un pase atrevido al que no llegó Jakobsen por poco.

Enfrente, el Almería también tuvo sus llegadas. No avasalló con su fútbol, pero protagonizó las más claras. Un esfuerzo de Salva Ruiz en la cobertura evitó un mano a mano del veloz Soko. Cerca del minuto 20, y tras una incursión del exalbinegro Chirino, Arribas rozó el gol con un disparo ajustado.

A medida que avanzó el primer tiempo, el ritmo se fue pausando. El Castellón amagó con dar el golpe en varias situaciones prometedoras de balón parado. De nuevo respondió el Almería acariciando el gol. En esta ocasión, con un disparo de Soko que tropezó en un defensa y no entró porque mira, no tocaba, y pasó de largo.

En todo caso, el balance de daños para los albinegros era óptimo al descanso. El Almería, una máquina goleadora en su campo durante todo el campeonato, apenas había exigido al portero Matthys.

El segundo acto

En el descanso, Pablo movió el banquillo y Mamah relevó a Mabil en el costado. Por ahí se dejó caer Cala en el minuto 49 y desde ahí metió un balón en el área que no fue autogol de Chirino de milagro, casi casi, chirineando. Chirinear es otro verbo de la primera conjugación: motear un gran potencial con errores defensivos inesperados.

Al poco, el portero del Almería, Andrés Fernández, repelió en escorzo un disparo durísimo de Barri. El Castellón crecía en el envite, sin imaginar el giro que el partido le tenía reservado.

Buscando un cambio de pantalla, Rubi sacó pólvora (Embarba y Arnau Puigmal). Antes de calibrar el verdadero impacto del doble cambio, Chirino recogió un balón suelto en el área y batió a Matthys por bajo, de tiro cruzado.

Con media hora por delante y el dolor de la ley del ex flotando en el imaginario, el Castellón acentuó el aire atacante sentando a Gere y doblando la mediapunta con Suero.

Fue un tramo difícil para los orelluts, que perdieron el hilo de la construcción. Matthys evitó el 2-0 al tapar un lanzamiento de Puigmal y Pablo no quiso esperar: Doué y De Nipoti formaron los nuevos pasillos y el italiano tuvo una oportunidad clarísima nada más entrar. La paró Andrés.

El partido entró en el tramo final con ventaja mínima para los locales. Los albinegros añadieron la energía de Markanich a la delantera y cerraron con tres defensas a partir del minuto 80. Como ocurriera con De Nipoti, el primer balón que tocó Markanich fue ocasión muy clara: voleó un rechace de Andrés sin encontrar la red, con el portero fuera del marco.

Más o menos por ahí los recogepelotas desaparecieron y el árbitro dijo que tranquilos, señalándose el reloj, que estaba tomando nota. Luego el partido llegó al minuto 90 y dio cuatro de añadido, siguiendo la broma. A falta de 20 segundos, el Castellón ganó un saque de banda en posición lateral. No llegó a meter la bola en el área.

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