Vicente Nomdedeu encara su primera feria de Cersaie al frente de la patronal azulejera Ascer. El sector cerámico afronta la cita italiana con el reto de continuar incrementando las exportaciones, pues son la «palanca de crecimiento» de la industria castellonense en un momento en el que vuelven a aparecer nubarrones oscuros en la economía.

--¿Con qué estado de salud acude el azulejo acude a Cersaie?

--A lo largo del año observamos una ralentización de las ventas. A principios del ejercicio, había unas perspectivas de crecimiento del 5,5% y antes del verano ya redujimos a un 3,5%. Después de seis meses de datos estadísticos, estamos viendo que acabaremos el año con un crecimiento de entre el 1,5% y 1,8% de las ventas. El ascenso será de alrededor del 4,5% a nivel nacional y de más o menos el 1,5% en exportaciones. Los populismos están adueñándose de muchos países europeos y de alguno internacional y esto hace que la estabilidad no sea la deseable. Pensamos que la ralentización será sostenida y de aquí a final de año no cambiará, aunque es cierto que el sector crece pese a todo y lo seguirá haciendo.

--¿Qué ofrecerá el sector cerámico en esta feria de Cersaie?

--Con el escenario económico actual, podemos decir que será una feria dura. La ilusión del sector es máxima, porque nuestra gran palanca de crecimiento es la exportación, y Cersaie es la feria donde está todo el mundo. Hemos puesto toda la carne en el asador, no han ido más fábricas porque no nos dan más espacio. Pero el contexto es clave, con los países árabes en plena recesión, con Rusia frenándose, con Inglaterra en pleno brexit... Parece que Estados Unidos sea la esperanza de todo el mundo, pero la competencia allí es feroz. Nuestra forma de defendernos debe ser promocionar los nuevos usos del azulejo y aportar valor. Por tanto, se verán estands cada vez más orientados a zonas del hogar poco habituales para la cerámica, también a exteriores e incluso a mobiliario urbano.

--En el caso de las ventas en España, ¿a qué factores se puede achacar esta moderación?

--La situación de inestabilidad política se refleja en la economía, y castigar el capital influirá en que las empresas no irán a la velocidad que iban. Y esto se va a producir de dos formas que ya se anuncian: el aumento de impuestos y la subida de tipos de interés por parte del Banco Central Europeo. También es cierto que el crecimiento de dos dígitos de los últimos años no es fácil de mantener.

--Diría que el Gobierno introduce inestabilidad en la economía?

--Si no el Gobierno, sí la situación política general del país, que no invita a tener tranquilidad en ningún ámbito, pero sobre todo en el económico. La situación es difícil, y no es tan preocupante lo que pasa como lo que puede ocurrir. Estamos convencidos de que el panorama de incertidumbre seguirá en 2019, y que se producirá un retraimiento del consumo y una tendencia a la ralentización.

--Y en el exterior, cuáles son las dificultades y las fortalezas del sector azulejero?

--Los puntos de venta más importantes se sitúan en Europa, y en el Viejo Continente tenemos a una Inglaterra que no sabe qué va a hacer con el brexit, mientras Francia y Alemania crecen poco. En Estados Unidos, la situación tampoco es fácil. Aún así, seguramente este año pasará a ser el país con más ventas en el exterior superando a Francia, y si no estará a la par. Para nosotros es el tercer país estratégico, donde estamos colocando ya el 9% de los pedidos.

--¿Cómo valora el sector la entrada de capital extranjero en el azulejo y la creación de grandes grupos en el clúster?

--Las compañías ya hace tiempo que colaboran para crear economías de escala en la parte interna de su cuenta de explotación. Y cuando se genera una confianza, se pasa a las adquisiciones. Es un proceso que se veía venir porque es necesario: llega un momento en el que la dimensión de la empresa condiciona la posibilidad de mejorar en costes de proceso, y tienes que crear economías de escala haciéndote más grande. Creo que esto seguirá existiendo, porque los inversores ven que el sector está sano y tiene futuro.

--¿Ha habido avances en la reducción de costes energéticos?

--Hay avances pero menos de los que el sector desea. En 2030 tienen que desaparecer el gas y el carbón, pero pedimos al Gobierno que no lo haga de golpe porque el sector necesita una transición planificada y razonable. En cuanto a la repotenciación, Ascer, Iberdrola y el Consell ya trabajan para generar sinergias y que las empresas no asuman las inversiones solas. Y queda la cogeneración, que necesitamos como el agua porque si la perdemos estaremos compitiendo en desigualdad de condiciones con otros países. Hay que alargar la vida útil de las plantas más allá del 2030.