CIERRE DE UNA FIRMA HISTÓRICA

Cerámica en Castellón: el testimonio del último trabajador de Todagres

Acaba su vinculación con la empresa, en la que ha estado durante 33 años

Juan Carlos Albiol, último trabajador de Todagres

Bartomeu Roig

Bartomeu Roig

El 31 de marzo no dejó de ser un día rutinario para Juan Carlos Albiol: se levantó temprano para ir a trabajar y cumplió con las labores que tenía encomendadas. La gran diferencia está en que el lunes no volverá a fichar. Al acabar su jornada dijo sentir «una sensación extraña, aunque más extraño se hará a partir del sábado». Hay otro detalle a tener en cuenta: era el último trabajador que quedaba en la plantilla de Todagres, una histórica firma cerámica de Vila-real, que cierra al no haber podido resistir la última crisis del sector.

Espera que pueda encontrar pronto un nuevo trabajo en el sector.

Espera que pueda encontrar pronto un nuevo trabajo en el sector. / GABRIEL UTIEL BLANCO

Antes de él salieron de la compañía cerca de 160 personas. El acuerdo del expediente de regulación de empleo (ERE) estableció el despido escalonado de los empleados. La mayoría salió en noviembre. Otro grupo, en diciembre, mientras que Albiol se ha quedado hasta el 31 de marzo, con el fin de proceder a la venta del estoc que quedaba disponible y controlar la salida de la maquinaria de las naves. «Desde enero he estado prácticamente solo», comentó, con el único respaldo de un trabajador del grupo propietario de la firma, con el que ha llevado a cabo la tarea de liquidar las existencias y contabilizar cobros.

Él, los vigilantes de seguridad y la gente que cargaba los camiones han sido sus únicas compañías en estas semanas.

El principio del fin comenzó hace justo seis meses. La firma tenía un estand en la feria de la cerámica de Bolonia, Cersaie, pero el día de la apertura no hubo nadie atendiendo a los visitantes. Era la primera señal de que Todagres estaba abocada al cierre. «Los precios del gas fueron la puntilla, algo que afectó a una empresa como esta, que tenía dos hornos y una producción de pocos metros cuadrados, donde el coste de la energía repercute más», detalló.

Toda una vida

Con el simple gesto de cruzar por última vez la puerta de su lugar de trabajo, Juan Carlos cerró una etapa de 33 años en la empresa. Toda una vida. «Llegué con 19 años, cuando me dijeron que me presentara para ver si había un sitio para mí; me dijeron que volviera el lunes, y aquí he seguido todo este tiempo», detalló. Solo hubo una etapa de su juventud en la que no trabajó en Todagres, cuando tuvo que cumplir con el servicio militar obligatorio. Una de estas cosas que los más jóvenes ni siquiera son capaces de imaginar.

Exterior de las instalaciones de la firma Todagres.

Exterior de las instalaciones de la firma Todagres. / GABRIEL UTIEL BLANCO

Una vez aplicado el despido, se le abre un periodo incierto. «Espero encontrar trabajo pronto, pero sé que el sector está mal», dijo. Por ahora no hay nuevos cierres de empresas, pero los últimos meses han estado marcados por el goteo constante de paros temporales y de despidos. Las últimas semanas ha bajado el precio del gas y el ritmo de ajustes laborales se ha reducido, pero la industria sigue tocada y desesperada por la lentitud de la Administración en conceder ayudas. Aún así, no pierde la esperanza: «Nunca he tenido que presentar un currículo, pero parece que después del verano puede mejorar la situación y encontrar yo un sitio».

Condiciones

Aunque no sea plato de gusto quedarse en el paro con 53 años, Juan Carlos Albiol no ocultó su reconocimiento al grupo Fuertes, que tiene como marca más representativa a la cárnica El Pozo. «Es la primera empresa que han tenido que cerrar, y creo que dentro de lo malo se han portado bien, con unas condiciones aceptables». Y cita expresamente a «don Tomás», el propietario. Explicó que han cobrado el total de sus indemnizaciones, y que incluso se ha destinado dinero para que puedan acogerse al convenio especial para mayores de 55 años gente a la que todavía le quedaban unos meses para esta edad. «Por dos años, no he podido entrar yo», añadió.

Con las naves vacías, y sin trabajadores, desde el grupo Fuertes señalan que las instalaciones y los terrenos siguen siendo de su propiedad. Por ahora no se conoce su destino, aunque parece que entrará en un proceso de venta. Mientras, seguirá la vigilancia y el cuidado de la vegetación exterior en una industria que ya se apagó para siempre.