En agosto de 1944, Amado Granell Mesado, acompañado de los hombres que formaban la compañía conocida como la nueve, desobedecieron las órdenes del mismo Eisenhower y decidieron iniciar el asalto a la capital de Francia. Esta semana se cumplirá el 60° aniversario de aquella hazaña y muchos castellonenses aún no conocen la historia del burrianense que liberó París de los nazis.

Amado Granell nació el 5 de noviembre del año de la guerra de Cuba. Casualidad o no, las guerras marcaron la vida de este burrianense que viajó por el mundo entre disparos y motores de motocicleta. En el año 1921, Amado Granell ya se alistó en La Legión, donde quedó encuadrado en la 18ª compañía de la quinta Bandera.

Antes de que pasase un año, el 16 de diciembre, Amado ya viajaba hacia tierras africanas para luchar en el frente de Buharrat. Terminada la guerra que se llevó a cabo en Marruecos, Amado volvió a Burriana para trabajar como electricista, aunque no se ha encontrado documento que identifique el lugar exacto de trabajo de Granell.

Durante el tiempo que transcurrió hasta la llegada de la guerra civil en 1936, Granell decidió meterse en política, como decían algunos, militó en el partido de Izquierda Republicana y perteneció al sindicato de la Unión General de Trabajadores (UGT). Y llegó la guerra.

Guerra civil

Amado Granell se alistó en el recién creado Ejército Voluntario, dónde fue destinado al batallón de Hierro del que se hizo cargo cuando más tarde pasó a la denominación de Regimiento Motorizado de Ametralladoras. En tan sólo cuatro meses, Granell consiguió que su unidad pasara de 136 miembros a 1.200, o al menos, así consta en el archivo de Salamanca donde aún existen ejemplares de Hierro. Porque entre la defensa de Toledo, entre la retirada más tarde hacia Madrid, entre tanta metralla, entre motos y explosiones, aún tuvieron tiempo de editar una revista, Hierro, dirigida por el pintor Vela Zanetti.

Probablemente, los primeros asomos de clandestinidad hicieron que durante más de año y medio los documentos perdieran la pista de Granell, que vuelve a su actividad militar a partir de 1938. Seguramente no eran las condiciones que Granell deseó para su vuelta a tierras castellonenses, pero meses antes de que terminara la guerra dirigió al batallón 193 en Benicarló, que, junto a Vinar²s, acabaría siendo la primera zona mediterránea desde donde las tropas nacionales iniciarían su despliegue por todo el litoral. Después de combatir durante un año más en la 49ª división del Ejército Popular de la República, el 29 de marzo de 1939, Amado vio cómo el sueño de la victoria se apagaba por completo. Algunos aún recuerdan aquellos puertos alicantinos repletos de gente que esperaba embarcar para huir. Granell tuvo más suerte que otros, y aunque no debía estar muy feliz, agarró su fusil y se despidió de tierra firme a bordo del barco Stanbrook.

Hombre de guerra

Granell continuó con su carrera militar en tierras de Orán, donde ayudó a los americanos a llegar al puerto y explicar ciertas estrategias para tomar la ciudad. En Argel, Granell quedó herido en una parte de su cabeza mientras luchaba con los Corps Francs d´Afrique. De guerra en guerra, se encontró de pronto, al igual que toda Europa, con la amenaza nazi, que llegó con la aparición de Adolf Hitler.

En el verano de 1943 se formó en Tripolitania la División Leclerc, que tras ser instruida en tierras inglesas, pisó suelo francés el 1 de agosto de 1944, poco después del desembarco de Normandía. En el regimiento de Marcha del Chad estaba encuadrado el burrianense, dentro de la compañía 9, conocida por todos por la nueve por la mayoría de hombres españoles que la formaban. Llegaron entonces los minutos de gloria para Granell. Después de haber sido herido en más de una ocasión, de haber viajado horas y horas en cualquier embarcación huyendo de franquistas primero y nazis más tarde, de luchar por causas que parecían perdidas, la entrada al Ayuntamiento de París de la nueve supuso el reconocimiento, más que merecido, para Amado Granell.

Triunfo parisino

Eisenhower ordenó el cerco de París y que se controlase el movimiento de la ciudad durante un tiempo, pero Leclerc se saltó la orden y mandó a la nueve a que realizara un reconocimiento de la capital francesa, para lo que dispuso a 120 hombres y 22 vehículos al mando de Granell. Pese a la resistencia, éste llegó al Ayuntamiento de la ciudad, lugar en el que le fue tomada una fotografía que sería portada el día siguiente en el periódico Libération bajo el titular Ils sont arrivés, presentando a Granell y sus hombres como los grandes liberadores de la ciudad. Según el New York Times del día siguiente, el 26 de agosto, en los vehículos conducidos por los españoles, ondeaban las banderas republicanas. La nueve llegó hasta Alemania pocos meses después de aquella entrada triunfante en París, y tras la caída del régimen nazi de Hitler, en la novena compañía tan sólo quedaron 16 hombres de los 144 que la formaban, 95 de las bajas eran españolas. Se había dejado mucho en el camino, demasiadas vidas, pero aquella instantánea del 25 de agosto en París, será el testigo eterno de la hazaña del burrianense y todos aquellos españoles exiliados que hace 60 años, decidieron liberar la capital de la amenaza nazi.