Almassora reúne las condiciones de orografía necesarias para que se produzcan tornados, según el catedrático de Climatología de la UJI, José Quereda, tal y como ocurrió el pasado miércoles, cuando la fuerte racha de viento causó en la piscina importantes destrozos, que ayer comenzaron a repararse.

Los requisitos son que haya tormenta, mucha humedad y una superficie horizontal sin montañas próximas que faciliten el desplazamiento de la columna en línea recta desde la costa al interior. "No es extraño en localidades del litoral mediterráneo", reseñó Quereda, quien aclaró que "la rotura de cristales de las instalaciones deportivas no la ocasionó la fuerza del viento, sino la diferencia de presión originada al situarse el núcleo del tornado sobre el edificio, y que causó un estallido hacia afuera".

Aunque se desconoce la presión registrada dentro, Quereda puso como ejemplo que un valor de 100 milibares "equivaldría a lanzar a una persona desde Castellón a la cima del Penyagolosa en un instante".

Al respecto, puntualizó que, en el momento del fenómeno, la estación de la UJI registró una subida de 5 milibares en un minuto, "con una fuerza que desplazaría a cualquiera diez metros en línea vertical".

El experto describió que la espiral tiene de 50 a 100 metros de diámetro --como un campo de fútbol--, dura apenas 2 ó 3 minutos y recorre una distancia corta, como máximo tres kilómetros.

El fenómeno desplomó los techos falsos del gimnasio y arrancó vallas colindantes, cuando más de 200 personas estaban dentro, según el concejal de Servicios, Luis Martínez. Por la mañana, técnicos municipales y de la empresa adjudicataria realizaron la evaluación. "El arquitecto municipal descarta que hubiera daños en la estructura", señaló Martínez.

"El núcleo de la tempestad se situó sobre esta instalación y actuó como una aspiradora", explicó el edil. Esta hipótesis corrobora que los cristales fueran lanzados hacia la valla.

El viento también pasó por la residencia y arrancó tres árboles; luego por el IES n° 2, sin causar daños; y finalmente se coló por el gimnasio y sobre la estructura de la piscina, donde la diferencia de presión rompió dos módulos de cristales y parte de valla.

Según la base meteorológica de Almassora, el viento, de dirección noreste a noroeste, llegó a 72 kilómetros por hora e incluso 80. La presión bajó a 993,7 milibares y subió de golpe, con lluvias de 18 litros/m.