A las diez de la mañana de ayer llegaba al Ayuntamiento de Vinar²s el féretro con los restos mortales del gran científico vinarocense Alfred Giner Sorolla. En la puerta le esperaban las autoridades locales encabezadas por el alcalde de la ciudad, Javier Balada. Acto seguido, fue trasladado al salón de plenos del consistorio vinarocense donde se había instalado la capilla ardiente.

Los familiares y amigos le esperaban en el último adiós a una persona que tenía un carácter abierto, sensible y receptivo, y que luchó toda su vida contra la temible enfermedad del cáncer. El acto institucional lo abrió el responsable del Archivo Municipal y técnico de Cultura, Javier Palomo, que recordó la impresionante trayectoria profesional y humana de Alfred Giner. Su trabajo fue reconocido con innumerables premios.

Una de sus más íntimas colaboradoras, Nati Romeu, dio lectura a un poema, por expreso deseo del difunto, que escribió en los años 40 y que corresponde al libro Dol duen les flames, donde Giner hacía una crítica severa a lo que fue y supuso la guerra civil para España. El acto lo cerró el alcalde de Vinar²s, que también evocó algunas facetas de la vida del conocido científico, muy querido en Vinar²s. Eliseu Climent, presidente y secretario general de Acció Cultural del País Valenci ; Carlos Santos, músico y compositor vinarocense; Joaquín Simó, gran coleccionista de fotografías de Vinar²s; Miguel Montañés, presidente de la Fundació Caixa Vinar²s; y Sebastián Casanova, director de Caixa Vinar²s, entre otros, fueron los que asistieron al acto institucional. A la salida del salón de plenos, las personas que lo deseaban podían dejar su testimonio en el libro de condolencias.

El cuerpo de Alfred Giner Sorolla fue incinerado por la tarde en Castellón, en una ceremonia íntima a la que acudieron sus familiares y amigos.

Las casualidades de la vida han hecho que el conocido científico dejase a título póstumo un último libro, que verá la luz próximamente gracias a la Associació Cultural Alambor de Benicarló. Esta agrupación, a la que Giner se sentía estrechamente ligado, también le rindió un merecido homenaje en su día. Se trata del libro Arran de mar.