Dejar Madrid, con un trabajo ajetreado y el estrés de la vida urbana, y cambiar la filosofía de vida es el caso de Blanca Esther Sánchez. Esta madrileña lleva 16 años en Vistabella del Maestrat. Primero vivió en el Mas de Cl¨rig y, más tarde, decidió comprar, con una amiga, una masía en El Albachés. "La masía estaba completamente destruida, y aquí es donde aprendí a hacer cemento, yeso y a poner azulejos y, junto a mi amiga, la restauré", comenta Blanca Esther.

Para ella, su elección de vivir en el ámbito rural fue positiva puesto que como apunta: "Disfruto de la paz de la naturaleza, tengo gallinas y ocas, y también siembro todo tipo de verduras y frutas. Tengo agua gracias a un aljibe de lluvia, así como luz por las placas solares que he instalado", relata.

No obstante, aunque vivir en una zona rural es ventajoso también hay ciertos inconvenientes a tener en cuenta: "Esta zona es de turismo rural y, además de los alimentos que obtengo del campo, debo realizar labores de artesanía, como pintar cuadros, o trabajar en la gasolinera del pueblo porque los trabajos aquí son muy limitados y puntuales".

Respecto al precio de las masías, Blanca señala que muy cerca de la suya venden una por 60.000 euros.