La dimisión de la portavoz del partido socialista en el Ayuntamiento Cristina Carrasco viene a demostrar que la decisión del entonces presidente de la ejecutiva local, Juan Llop, de imponer esta candidata fue una equivocación que dividió en parte a los militantes locales. Los resultados electorales también mostraron esta disconformidad, pero la más perjudicada, sin duda alguna, ha sido Cristina.

Es la segunda vez que un concejal del PSOE dimite a mitad legislatura. En la anterior fue Sergio Monsonís por discrepancias con el presidente de la ejecutiva. Sin embargo, esta dimisión tiene un sentido más profundo. Cristina llegó a la política local sin experiencia y posiblemente no ha podido aguantar la presión interna del propio grupo. Ha demostrado honradez con esta decisión. No debe sentirse culpable de la situación a la que ha llegado; es más, su imagen pública sale reforzada.

No es fácil iniciar una legislatura como portavoz y tener que enfrentarse a políticos que llevan varias décadas, más difícil es cuando los compañeros a elección de uno están en la misma situación. Quien no quiera entender este proceso no puede responsabilizar en decidir una lista electoral. Agradecerle a Cristina la colaboración mostrada con los medios de comunicación.