La violencia escolar se ha convertido en una de las principales preocupaciones de la sociedad. Por eso, se hace imprescindible que se lleven a cabo políticas de prevención en los centros educativos. El acoso escolar se produce, como su propio nombre indica, en el colegio, pero se crea en casa. Por eso, la batalla contra el bullying hay que librarla tanto en la escuela, como fuera.

Para que nuestro hijo nos diga que está siendo víctima o que está siendo espectador de un caso de acoso, debe existir en la familia un clima de comunicación cálido y cómodo que permita al niño expresarse sin temor a represalias y rompiendo la temida ley del silencio. Si los padres han logrado extraer información sobre un posible caso de acoso, entonces tienen que comunicarlo en el centro.

Además, hay que estar alerta sobre signos externos, como arañazos, ropa rasgada, malhumor o tristeza, entre otros. A nivel institucional, los colegios deben lanzar mensajes de tolerancia cero hacía el acoso y es bueno disponer de programas para trabajar con las víctimas, los agresores y los testigos, ya que una parte de la solución estriba en la implicación valiente de los espectadores, sin que se les vea como chivatos.

Psicólogo clínico