Estos días se escucha de boca de los agricultores comentarios como "este año tendremos que contratar gente para tirar las naranjas de los árboles". Un gasto añadido al proceso y trabajo de todo un año. Mal momento para la economía de una ciudad, en la que gran parte de entrada de dinero depende de la buena campaña de la naranja.

Desde hace algunos años, los propietarios no levantan cabeza, los precios no dan beneficios y solamente la esperanza de un PAI hace mantener estos terrenos. Pero ahora esta situación se agrava: se tiene que dar la naranja al precio que sea y esperar los resultados de la comercialización; darlas a cambio de que no se queden en el árbol y, lo más grave, tener que pagar para que dejen el árbol limpio.

La situación de la agricultura local es muy grave y todavía nadie le está dando una solución efectiva al problema.