Cuando se proyecta ampliar las aceras de una calle, quien toma la decisión debería conocer las dimensiones del espacio que resta para la circulación y el necesario para que quienes tengan un vado puedan entrar y salir sin problemas. Además de tener nociones de estética, ya que, en qué cabeza cabe el que una calle tenga una acera de metro y medio, teniendo enfrente otra de solo 90 centímetros. Lo lógico hubiera sido repartir el espacio y realizar las aceras de un 1,20 metros cada una. Esta situación se da en la calle Pintor Sorolla de Burriana, en la que los propietarios de los vados lo tienen difícil para utilizar los mismos. Y es que si los vehículos estacionan en la parte donde la acera es más ancha, entrar y salir se convierte en un auténtico problema. Más grave es aún si hablamos del taller de automoción, que lleva más de 25 años en esta calle. Y si se tiene que prohibir estacionar en frente de cada vado para que puedan salir cómodamente los propietarios se perderán muchas plazas de párking.