A los 12 años limpiaba los cacharros de la Jijonenca de su pueblo, Sant Feliu de Guixols, en Girona, para poder comprarse una bicicleta. Hoy, 45 años después, Juan Manuel Ruiz, El Chiquillo, regenta, junto a su mujer, la primera heladería que abrió en Vila-real.

El despacho lo inauguró su suegro, Juan José Verdú, hace 50 años. Después de pasear el carrito de los helados por Huesca, tras abandonar su querido Jijona, se trasladó hasta una Vila-real de 17.000 habitantes a vender tan refrescante manjar.

Primero, lo hacía de manera ambulante, después montó una tienda en la calle Ramón y Cajal, enfrente de la churrería, al lado de la pastelería y la vaquería. "Hacíamos las cuatro variedades de helado y horchata", apunta. Al poco tiempo, se trasladó a la calle Mayor, donde se encuentra ahora.

Necesitaba ayuda para continuar con el negocio familiar y habló con ese joven de 15 años, que había trabajado con él en la pastelería Casa Mauri, de Barcelona. El pequeño se hizo mayor y es ahora el encargado de elaborar casi 200 litros diarios de horchata y unos 180 semanales de helado para su casa, que es como él mismo denomina a la heladería Verdú.

Oferta casi 40 variedades diferentes de helado, de las que 12 son de elaboración propia, como el mantecado, "una variedad que a menudo se confunde con la vainilla", dice.

Tal como nos comenta Juan Manuel Ruiz, este helado dejó de fabricarse cuando se obligó a los heladeros a usar yema de huevo pasteurizado, "pues si el huevo no se mezcla en el momento adecuado, se cuaja y es imposible de hacer".

Otro sabor tradicional es el de vainilla. Ellos usan la vainilla bourbon en rama, de alta calidad y también precio, "ya que unos 250 gramos pueden costar alrededor de 200 euros".

Si hablamos de granizados, Ruiz fabrica hasta ocho sabores diferentes: fresa, limón, manzana verde, mandarina, piña, leche merengada y café, bien normal o bien, el descafeinado.

Los sabores, al igual que la manera de fabricación, han evolucionado mucho. Ahora, su fábrica del Camí la Travessa, en Vila-real, está adaptada a la normativa europea. Por ello, la ha dotado de panel sanitario y aire acondicionado con filtros de carbono.

Control exhaustivo

Cada 15 días realiza controles analíticos de cada remesa que fabrica, tanto de helado como de horchata. "Así se comprueba que no hay ni gérmenes, ni salmonella, ni nada que no sea apto para el consumo y estoy totalmente tranquilo", según comenta. Todos estos avances y su gran experiencia, junto a los ingredientes de gran calidad --como son las chufas con denominación de origen de Valencia y el turrón de Jijona-- hace que los helados sean naturales y de elaboración tradicional.

El Chiquillo compite con las marcas de helado industrial a diario. Es consciente de que, en una hora, fabrica 90 litros de helado tradicional, mientras que una gran industria llega a los 3.000. Y también sabe que, quien prueba sus helados, siempre repite y vuelve a su casa. Y ya van 50 años.