Popularmente, a nivel comarcal, el gentilicio que nos corresponde a la gente de Vila-real es el de borrachos.

Y la verdad es que no nos sabe mal, porque de este título tan poco honroso hacemos gracia y chiste siempre que viene bien. Hace pocas fechas comentaba la preocupación general existente por el alto consumo de alcohol en nuestra ciudad entre los jóvenes. Y hacía constancia del lamento de la entidad que agrupa a aquellos alcohólicos y se liberaron ya de esta lacra.

Y ahora, la noticia que salía en nuestro periódico el sábado informaba de que, mientras en Castellón se ha detenido a cinco personas por dar una tasa positiva de alcohol, a nivel local, en el mismo tiempo, han sido un total de 39 personas las detenidas. Alarmante y preocupante en grado sumo.

Si establecemos la proporción entre número de vecinos e inculpados en la alcoholemia encontraremos un porcentaje abismal de menos a favor de los vecinos de la capital. Por contra, el porcentaje que correspondería a nivel local es una pura verguenza y, lo que es más grave, una llamada de atención ante un problema verdaderamente grave.

Sonreíamos delante del apelativo de borrachos, pero visto lo visto, más que sonreír nos deberían de salir los colores de pura vergüenza.