La paulatina despoblación de los pueblos del interior de Castellón preocupa y mucho a los ciudadanos que todavía residen en ellos. Iniciativas como las de Ayódar, que ha otorgado trabajo y ayuda económica a una familia para que resida en el municipio, es la prueba de la voluntad por evitar el éxodo del interior que en muchos casos acarrea el cierre de sus escuelas por falta de niños en edad escolar.

Y es que en algunas localidades de Castellón apenas hay niños para mantener su colegio abierto (un mínimo de cuatro niños es lo exigido). Es el caso de la Pobla de Benifassà, a la que pertenecen Bel, El Ballestar, El Boixar, Fredes y Coratxar, y que pese a ello están al límite. Su alcalde, Víctor Gargallo, explica que "tenemos cinco niños y con uno menos nos cierran la escuela". Por esta razón, desde esta localidad también han ideado una iniciativa para atraer habitantes. Se trata de donar la gerencia del hotel de la localidad a una familia. Este es el único requisito para acceder a ella. De momento han recibido varias solicitudes y desde el consistorio las están estudiando. No obstante, Gargallo también reclama "una ayuda de las administraciones para mejorar las condiciones del transporte y el comedor escolar y facilitar de esta manera la asistencia de los alumnos de las pedanías".

Olocau del Rey, con 133 habitantes, mira con buenos ojos ideas como la de Ayódar y plantea la posibilidad de una similar. Este pueblo todavía mantiene su escuela con los ocho niños que acuden a ella pero ve difícil que pueda mantenerse muchos más años. El primer edil, Ricardo Julián, asegura que "nos gustaría que vinieran familias, nos ha llamado la atención lo de Ayódar y queremos hacer algo parecido", aunque añade que "es complicado porque las administraciones dificultan a las familias poder abrir un negocio, por ejemplo, debido a que no hay ayudas establecidas y los pueblos van perdiendo muchos servicios y el atractivo de venir a vivir aquí", lamenta.

La otra cara de la moneda la encontramos en Herbés, pequeña población de 72 habitantes que en su día probó incentivar a familias para que vivieran allí, pero la experiencia fue negativa. Así lo atestigua su alcalde, José Pallarés: "El Ayuntamiento dio trabajo y alojamiento a una familia con cuatro ni-

ños, pero esta no respondió bien y estropeó, primero, el piso que se le otorgó y luego la casa del capellán". Por eso, aunque necesitan familias, no se plantean repetir el experimento. El colegio de Herbés se usa como centro social y los niños van a la escuela de Peñarroja en Teruel.