Las familias castellonenses han encontrado en las escuelas de verano una auténtica tabla de salvación. Y es que, cuando llega el mes de junio, padres y madres empiezan a temblar pensando qué harán con sus hijos durante las interminables semanas de descanso escolar. La creación de esta alternativa ha sido, quizás, una de las decisiones más acertadas de los ayuntamientos y de la que más directamente se ha beneficiado la ciudadanía, especialmente el colectivo de abuelos. Pese a ello, los consistorios deberían actuar con una mayor previsión, aumentar las plazas desde el primer momento y evitar así las listas de espera.

Coordinadora de comarcas