El Consell Valencià de Cultura ha propuesto la declaración de Els Pelegrins de Portell como Bien de Interés Cultural Inmaterial por "conservar las formas y austeridad propias del origen antiguo", además de mostrar "el arraigo del municipio a su historia y presentar una serie de valores culturales, históricos, religiosos, lúdicos e identitarios".

El organismo consultivo del Consell en amterial cultural sugiere a las autoridades civiles y religiosas que "velen por la austeridad y pulcritud del ritual, e intenten evitar las aglomeraciones, que caracterizan otras romerías".

Según ha informado en un comunicado el Ayuntamiento de Portell, el informe se trasladará al ayuntamiento de Portell de Morella, peticionario del escrito, a la Conselleria de Cultura, Turismo y Deporte, a la Diputación de Castellón y a la Federación Valenciana de Municipios y Provincias.

Según documentos del Obispado de Tortosa, esta peregrinación ya existía en 1514. De hecho es una de las mejor conservadas del interior de Castellón, ya que en ésta no hay público, ni visitantes.

Al ser menos conocida y menos publicitada que otras mantiene el encanto del misterio que todavía le rodea, según han asegurado fuentes municipales.

"Els peregrins de Portell" salen del pueblo separados por cincuenta pasos. A cada toque de campana sale uno de la iglesia. Por las calles del pueblo no hay nadie.

Los peregrinos emprenden un camino que en 1738 sufrió modificaciones, tras una disputa con los vecinos de Castellfort. Desde entonces el "camí dels Peregrins" no ha variado.

Antiguamente los peregrinos únicamente podían ser hombres casados, aunque con el despoblamiento se admite a todos los que tienen vínculos con Portell.

En el recorrido es costumbre hacer una reverencia ante todas las cruces que se pasan. También se reza en una piedra en la que, según la tradición, falleció uno de los penitentes.

Entre ellos no les está permitido hablar. El camino dura algo más de cuatro horas. Hacia las nueve de la mañana llegan a Sant Pere de Castellfort.

En la ermita se celebra una misa, en la que únicamente están presentes los doce peregrinos. Tras la misa los peregrinos reciben el almuerzo, preparado por el mayoral. En este almuerzo, según las órdenes episcopales, no pueden participar las mujeres, ya que su presencia fue prohibida en 1514. El mayoral también les proporciona la comida.

Cuando avanza la tarde, los peregrinos emprenden el regreso hacia Portell, donde entran con la caída de la noche. Al contrario que en la salida, los peregrinos son recibidos por todos los vecinos del pueblo.

La historia primitiva de esta peregrinación se remonta, según la leyenda, a la Edad Media, cuando doce hombres de Portell decidieron ir a Roma.

Querían pedir al Papa una solución para la acuciante sequía que venían padeciendo. El papa les dijo que para solucionarlo debían acudir a la ermita de Sant Pere más próxima. Sólo uno de los viajeros regresó a Portell. EFE