Benicarló mostró ayer su cara más devota exaltando en una multitudinaria ofrenda floral a la Mare de Déu de la Mar. Cuando apenas restan unas horas para que los monumentos falleros sucumban devorados por el fuego, la gran familia josefina se vistió con sus mejores galas para rendir culto a su querida patrona.

Si conocido es el fervor que despierta el Cristo del Mar, la imagen mariana cuenta también con numerosos y fieles devotos entre los benicarlandos y visitantes. De hecho, la ofrenda a la Virgen del Mar es uno de los actos que más participación y público registra.

Por delante del busto de la Virgen, obra del artista burrianense Santiago Soro, que se erigía en el vértice de una estructura metálica de más de tres metros de altura, emplazada frente a la casa consistorial, desfilaron los componentes de todas las edades de las 13 comisiones falleras, junto al alcalde, Marcelino Domingo, y miembros de la Junta Local Fallera. Asimismo, se sumaron al evento representantes de otras poblaciones de la comarca.

A medida que iban pasando por delante de la imagen, todos ellos fueron depositaron ramos de flores y dádivas a sus pies, mientras los floristas se encargaban de ir confeccionando el colorido manto de la virgen en el que emplearon cerca de 10.000 flores.

Las falleras mayores, Ingrid Vizcarro y Paula Gilabert, precedidas de sus respectivas cortes, fueron las últimas en entregar sus ramos, cerrando así un desfile en el que participaron también la Asociación Musical Ciutat de Benicarló y la colla de dolçainers i tabaleters, junto con otras formaciones musicales de la comarca.

Además, como novedad, el grupo de danzas La Sota actuó por primera vez y lo hizo al son de la dulzaina y el tabal, bailando danzas perdidas en Benicarló desde hacía ya unos cuantos años.

Como colofón al solemne acto, los allí congregados entonaron el himno de Valencia. H