El toreo es un mundo de elegidos. No todos los días, y quien dice días dice décadas, surge un Juan Belmonte o un Juli. Muchos son los soñadores que se quedan en el largo camino que va de la Escuela Taurina a la plaza, de los vaqueros al oro del traje de luces. Almassora también tuvo ayer a su Elegido, al menos por la partida de nacimiento.

Los Trastos le echaron el ojo a uno de los pupilos de Don Álvaro y lo trajeron para abrir la penúltima tarde taurina de Santa Quitèria. El Cuvillo salió a la Mayor y se encontró con otro divino, un escogido del toreo a cuerpo limpio. Borja, con el corazón morado, templó a su toro que no transmitió a los repletos tendidos. Tras responder a las rodadas, acabó en la Picaora.

Elegido a pulso fue Varilarguero. Los Caragols apostaron por un imponente astado de El Torero que recibió el beneplácito del respetable. Tras atender Palacios, el morlaco se fue bajo los aplausos a la Picaora, donde no se empleó en los embroques que le ejecutaron, destacando el alimón de Raulillo y Borja. Cerró la tarde el toro de la peña Aparugua, que dio un susto a los aficionados que aguardaban en un cadafal al embestir. H