Las obras de emergencia que se llevan a cabo en la zona más deteriorada de la costa norte de Benicarló podrían culminar en Semana Santa. Al menos la primera fase, que tenía carácter de urgencia dado el grado de erosión que habían sufrido los acantilados y que ponía en peligro la estabilidad de las viviendas de esta zona.

Ahora se procede a consolidar y mantener las paredes del acantilado mediante muros de mampostería para dar consistencia a la timba. Con esta actuación, la playa ha ganado entre 6 y 7 metros de superficie al retirar las piedras que, con el tiempo y la erosión, se desprendieron del acantilado y se acumularon sobre guijarros.

Los vecinos afectados han mostrado su satisfacción con los resultados. “No podemos estar más contentos”, admitía Cristóbal Albiol, que adquirió una propiedad en la partida del Riu y, en pocos años, ha visto como el mar se “tragaba” parte de su patrimonio. “Los medios puestos para evitarlo no han servido de nada, la regresión ha hecho que desapareciera parte de terreno y el seto que limitaba el jardín”, explicó.

Añadió que con los cimientos que ahora atraviesan la capa freática, “el muro soportará el embate de las olas durante décadas”. De la misma opinión son el resto de vecinos que cedieron parte de sus parcelas para que se ejecutara la actuación, aunque lamentan que no todos firmasen el convenio.

Las obras, que afectan a 100 metros de costa, están presupuestadas en 200.000 euros. H