Indignación e impotencia confiesan sentir buena parte de los armadores y marineros de Benicarló ante lo que califican de “campaña de acoso y derribo contra el sector”. En apenas una semana, la flota pesquera del municipio y de otras poblaciones próximas ha estado sometida a un continuo goteo de inspecciones. “El pasado lunes día 16, por la mañana, se presentaron en el puerto inspectores del Ministerio de Pesca; por la tarde, tuvimos inspecciones de Trabajo; el martes, cuando estábamos ya atracados en puerto y descargando el pescado, aparecieron otros dos inspectores de paisano y abordaron una barca; el miércoles, volvieron otra vez los del Ministerio”, lamenta un armador.

“Ha sido una semana horrible, ningún sector está sometido a tanto control. No nos dejan vivir, ni trabajar, estamos hartos”, apostilla el responsable de una de las embarcaciones. La tensión fue a más el pasado jueves cuando, al salir a faenar, a tres millas de la bocana del puerto de Benicarló, les aguardaba una patrullera. “Estamos ya tan quemados que decidimos volver a tierra, pero interceptaron a una de las barcas y tuvo una inspección de pesca”, apunta otro armador presente.

El temor a las posibles sanciones fue la causa de la espantada, ya que, prefieren “perder un día de faena” que exponerse a que les “denuncien y tener que asumir un gasto que, en la mayoría de los casos, es muy superior a los ingresos” que consiguen con la pesca, porque, además, “apenas hay capturas”, concretan.

El desánimo es generalizado, muchos incluso se plantean abandonar la profesión. “Yo estoy valorando vender la barca e irme a mi casa”, asegura uno de los armadores benicarlando.

Los pescadores defienden que cumplen con la normativa vigente, pero que las inspecciones son tan exhaustivas que cualquier despiste les puede acarrear una multa. “Nos sentimos perseguidos, como si fuésemos delincuentes”, denuncian los afectados.

PROBLEMÁTICA // “Sufrimos la crisis, el problema del gasoil, del Castor y la abismal diferencia existente entre el precio de salida de nuestros productos en la lonja y el que llega al consumidor final. Es todo un suma y sigue y casi no nos queda margen de ganancia”, resaltan, mientras cuestionan la pervivencia del sector. No todos los armadores y pescadores se prestan a denunciar la situación, algunos de ellos se abstuvieron de hacer declaraciones al respecto “por miedo a represalias”, a que les “multen por hablar”. H