El paredó vell, localizado en el lecho del pantano de l’Alcora, ha emergido de las aguas tras 20 años en la penumbra. Esta situación, poco frecuente, tiene como responsable el fuerte descenso de las precipitaciones, lo que evita la renovación e incremento de las provisiones. Así, del 1.600.000 metros cúbicos permitidos, en estos momentos, hay menos de 600.000, lo que significa un millón de metros cúbicos menos.

En el núcleo urbano, el tema de discusión estos días es, precisamente, este redescubrimiento, lo que ha provocado un ligero incremento de visitantes dispuestos a ver la vieja pared de contención del pantano. De igual modo, l’Alcora es una de las pocas poblaciones de España que cuentan en su término municipal con tres embalses. En este caso, el de María Cristina, el de Sitjar y, por último, el de l’Alcora, que se encuentra localizado a cuatro kilómetros del municipio, en la pedanía de la Foia de l’Alcalatén.

Esta construcción data, según los datos aportados por el cronista oficial del municipio, José Manuel Puchol, de entre los siglos XI y XII, cuando se construyeron el embalse primitivo y las acequias y canales para riegos. El paredó vell fue la primera barrera de contención de aguas. Durante estos siglos, la infraestructura ha sufrido varios cambios en su morfología. El 28 de setiembre de 1755, por ejemplo, superó una fuerte avenida de agua, dañándola muy seriamente. Posteriormente, el 8 de octubre de 1787, otro episodio de precipitaciones la dejó tal y como se conoce en la actualidad.

Tras las obras de construcción del nuevo pantano, realizadas por el ingeniero Rafael Azcoiti, el paredó quedó cubierto por las tranquilas aguas del río Llucena.

ACTIVIDADES // En los últimos años, la zona está siendo aprovechada para turismo activo, impulsado por la empresa comarcal Viunatura. Esta sociedad oferta actividades como kayak, tirolina, escalada y senderismo. Además, manifiestan que cada vez tienen que descender más para practicar kayak, sobre todo, por la bajada del nivel de las aguas. H