El Ministerio de Fomento ha reanudado la ejecución de la obra de acondicionamiento de la N-232 entre el límite de la provincia de Castellón y la intersección de Ráfales en Teruel, una actuación muy demandada debido a la situación de la carretera, después de cinco años de parón. El presupuesto es de 54,25 millones.

La llegada de las máquinas tiene una explicación. Y es que justo ayer se cumplía el plazo legal para reiniciar las actuaciones, pues vencía la autorización de prórroga de dos meses solicitada para estudiar las modificaciones que ha sufrido el proyecto.

La N-232 en este tramo es una carretera de una sola calzada, con dos carriles de 3,5 metros y arcenes de 1,5 metros. La intervención tiene una longitud de 13,9 kilómetros en los que se incluye la variante de Monroyo.

A lo largo del trazado se disponen tres enlaces: Torre de Arcas, Monroyo norte, Monroyo sur y dos intersecciones, La Cerollera y Ráfales. A su vez, se proyectan dos viaductos, San Bernardo y Valdeluna, un paso para fauna y dos túneles, Monroyo y La Consolación, además de varios pasos inferiores para el cruce de caminos.

El alcalde de Morella, Rhamsés Ripollés, criticó que “hace meses que se estaba anunciando y es bastante curioso que las obras empiecen esta semana. Ahora bien, a la gente de este territorio no se la engaña así”. No obstante, el primer edil insistió en que “el norte de la provincia necesita la mejora íntegra de la N-232”.

“El tramo en cuestión es una vergüenza. Es una zona maldita, entre las paralizaciones de las obras por el Gobierno y los problemas con las constructoras”, afirmó el munícipe, quien espera que “a partir de ahora, estas actuaciones tengan el ritmo adecuado y el Gobierno central destine dinero todos los años”. H