Los casales falleros de Burriana han recuperado la actividad previa a la semana grande de marzo. La construcción de las Cruces de Mayo y los ornamentos que las ensalzarán, con los jardines que se instalan en la vía pública, son causa de este movimiento.

La tradición cuenta con el reconocimiento de fiesta de interés provincial y sorprende a los visitantes, al ser unas creaciones de flores naturales sin parangón en toda la Comunitat. Algunas de ellas --las que luchan por obtener el primer premio-- llegan a estar compuestas por más de 1.000 docenas de ejemplares. Las cruces se hacen con estructuras de hierro forradas con corcho; y sobre este material se colocan, uno a uno y pinchados con un alambre o palillo, las cabezas de los claveles. Un arduo trabajo artesanal que, como todo lo relacionado con el mundo fallero, resulta efímero. Al tratarse de esta materia, unido a que no está en contacto con el agua, la duración y belleza se limita a apenas un par de días, los que transcurren hasta que las hojas se marchitan y las cruces pierden parte de su vistosidad.

El Barrio Valencia es, en esta cita de mayo, la comisión a batir. Ya ha logrado el doblete --mayor e infantil-- en los últimos cuatro ejercicios. Conscientes de ello, tratan de elevar un poco más el nivel ejercicio tras ejercicio.

RUTA // Este fin de semana coincidirán dos de los grandes atractivos habituales de este mes en Burriana. A la actividad fallera, que atrae a numerosos visitantes animados por la espectacularidad de los jardines y los monumentos, se suma la Ruta de la Tapa, que ya ha tenido un gran inicio. El balance de las primeras jornadas es una muestra de la expectación levantada y de lo mucho que ha calado entre la población.

La oferta gastronómica, en más de 40 establecimientos, tendrá otro aliado en el siguiente fin de semana, con motivo de la segunda edición del Maig di Gras.