De «auténtica odisea» califica Felipe Folch, vecino de Alcalà de Xivert, el calvario vivido para viajar en silla de ruedas a Benicarló. Decidido a hacer uso de los Cercanías, desde el primer momento tuvo que enfrentarse a numerosos obstáculos y a un sinfín de llamadas telefónicas para realizar un viaje que finalmente sería sin retorno, porque si bien consiguió llegar al destino en tren, le fue imposible regresar en este medio.

«De Alcalà a Benicarló hay una distancia que se cubre en unos 20 minutos y nos informamos de que para que una persona discapacitada o con diversidad funcional pueda ir en ferrocarril debe ponerse en contacto con el servicio Atendo de Adif con una antelación de 48 ó 24 horas y así hicimos», apunta. «Nos atendieron muy amablemente y nos comunicaron que en el sistema informático la estación de Alcalà no aparece como accesible, pero que intentarían arreglarlo y nos remitieron a otro teléfono de Madrid». «Allí nos pidieron un número de contacto para ver si podían cambiar el tren de vía y evitar así las escaleras, ya que los ascensores están inhabilitados por temas burocráticos», dice.

A los pocos minutos, le dijeron que volviera a llamar a las 20.00 y le trasladaron al día siguiente, cuando logró el «sí».

En Benicarló, su madre «fue a la taquilla, hablaron con València y la respuesta fue que el tren de vuelta de las 6.36 h no estaba adaptado y que no era su problema. Por tanto, no podía volver a casa». Lo hizo, pero en coche, tras vivir un suplicio.