La Generalitat reabrirá al público el clausurado Museu de la Taronja de Burriana. Pero antes deberá buscar una solución a la deuda de más de 150.000 euros que tiene pendiente la Fundación que se encargaba de la gestión de este histórico edificio. El espacio, inaugurado en 1995 y ubicado en la casa Conill de la calle Mayor, lleva cerrado desde verano del 2012, cuando Iberdrola cortó el suministro eléctrico por reiterados impagos.

Para sortear este escollo, que ha imposibilitado su puesta en funcionamiento a lo largo de casi siete años, el Consell quiere modificar la composición del actual patronato de la Fundación Museu de la Taronja --integrado hasta ahora por la propia administración autonómica, la Diputación, el Ayuntamiento, Fundación Cañada Blanch y la Fundación Bancaixa--. El objetivo, según ha podido conocer Mediterráneo, es que la Conselleria de Cultura asuma la gestión para finiquitar los abonos pendientes.

«TRADICIÓN CITRÍCOLA» // «En la próxima legislatura adscribiremos este museo al sector público de la Generalitat, encargándonos de la Fundación», explicó el conseller de Educación y Cultura en funciones, Vicent Marzà, a la vez que remarcó su compromiso por «devolver a la ciudad un espacio de la historia y de la tradición citrícola de los valencianos, que acabó sin uso por la mala gestión de los gobiernos del PP».

«Es la única muestra de nuestro territorio dedicada exclusivamente a la naranja y, en el momento de su cierre, se sobrepasaban ampliamente las 5.000 visitas anuales», detalló Marzà.

La recuperación de este singular inmueble es, de la misma forma, otro viejo propósito del actual concejal de Cultura de Burriana, Vicent Granel, quien pone en valor el trabajo de su área, para analizar la situación del museo durante el mandato a punto de agotarse. «Llevamos cuatro años estudiando cómo se encuentra y sabemos los pasos de futuro que tenemos que dar», subraya.

El responsable municipal considera necesario que el Ayuntamiento consolide el «edificio modernista» que acoge las salas, «para dar continuidad al recinto», y reconoce, al mismo tiempo, que «hará falta invertir» para «actualizarlo al siglo XXI».