Decir Villamalur es sinónimo de buenas cerezas. Este sabroso fruto es el producto estrella de la bella localidad del Alto Mijares, la cual, pese a tener en estos momentos únicamente 95 habitantes censados, se vuelca mediante sus actuales vecinos y junto a todos los que ahora se ganan la vida fuera de dicho municipio -quienes año tras año mantienen viva una tradición heredada de sus ancestros- en el cultivo, la recogida y la posterior venta de la cereza.

Una labor histórica que lidera la asociación Recupera Villamalur, la cual fomenta la conservación de los valores y tradiciones de su pueblo y que, en estos momentos, con la nueva normalidad, ha elaborado un vídeo promocional mediante el cual nos lleva a realizar un recorrido por la historia, el cultivo y la recogida de las cerezas de Villamalur.

Memoria visual

Presidida por Rosa Gómez Sancho, Recupera Villamalur «pretende, con este documento visual, acercar a toda la gente la historia, el cultivo y la recogida de las cerezas, así como esos recuerdos tan bonitos de una tradición que nunca debemos perder». «Un pueblo que pierde sus recuerdos pierde su identidad y en Villamalur no estamos dispuestos a ello», argumenta.

Una localidad que, pese a ser golpeada por la despoblación, se aferra a su pasado «para mirar al futuro con cierto optimismo y trabaja para mantener vivas sus tradiciones», opina.

Incluso se recogen fragmentos de vecinos de Villamalur que superan los 95 años, Uno es el de Enrique Gimeno, de 96 años, ya fallecido. «Desde siempre todo el mundo tenía cerezas para casa. Varias familias las vendían, entre ellas mi abuelo, y las llevaban con el macho a Onda o València», explicaba este antiguo recolector. «Entonces solo había dos variedades, la negra y la común».

Sobre las fechas donde la actividad es mayor, relataba que «la época de la cereza iba de mediados del mes de mayo hasta bien avanzado julio». «Primero se cogía la negra, luego la común y la talegal era la más tardía. De las variedades que se recogían la única injertada era la talegal, el resto era natural», aportaba.

Tras la Guerra Civil, continuaba el testimonio de 96 años, «hacia los años 40 las llevaban a Matet y de allí a València». «Mi abuelo plantó una gran extensión de cerezos en esa época. La cereza empezaba a dar dinero y todos en Villamalur empezaron a sembrar cerezos donde antes había trigo», concluía.

Recupera Villamalur apuesta por mantener vivo su arte, el arte del cultivo de la cereza.