L’Alcora comprará el edificio de la Muy Noble y Artística Cerámica por un importe de 300.000 euros con el objetivo de destinarlo a la Escuela de Música y otras actividades y servicios culturales.

La operación se formalizará a finales de este mes de septiembre después de que los socios de la sociedad que actualmente gestiona el espacio acepte la transacción en una junta general fijada para el día 29 del próximo mes.

La compra ya cuenta con dotación económica después de que en el pleno ordinario de agosto se aprobara por unanimidad una modificación de crédito para esta adquisición. La misma, según manifestó el alcalde, Samuel Falomir, se realizará en cuatro años, con importes de 120.000 euros el primero y 60.000 los tres restantes, hasta completar la cuantía acordada con la sociedad.

La adquisición del inmueble situado en el número 12 de la calle Pintor Ferrer se suma así a la ya realizada de la Real Fábrica del Conde de Aranda. En este caso, la mercantil cesó su reconocida actividad el 4 de julio del 2008, tras 32 años, y sus bienes siguen formando parte de la unión de accionistas sin ánimo de lucro que desarrolló también acciones en el ámbito social relacionadas con el arte, como el impulso de becas.

Otro de los propósitos de la operación, según ha podido saber este diario, es cumplir la reivindicación histórica de la Agrupació Musical l’Alcalatén, aunque también se baraja la opción de aprovechar el espacio, donde se puede construir un edificio de un máximo de cuatro alturas, como biblioteca, para el centro de formación de personas adultas o el Casal Jove, además de conservar el origen con una sala de exposiciones y el horno del taller cerámico.

Edificio emblemático

El lugar forma parte del extenso y rico patrimonio cerámico del municipio. La empresa que albergaba fue fundada el 11 de junio de 1976, aprovechando los conocimientos de José Cotanda Aguilella con la producción de parte de las mejores piezas de la Real Fábrica, que dieron fama mundial a la localidad, a partir de procedimientos artesanales que emulaban los procesos propios de la tradición cerámica.

Una sociedad con hasta 200 socios altruistas se encargó de recoger la esencia que dejó el último de los miembros de la noble familia de los Urrea para continuar su obra con piezas policromadas e infinidad de motivos distintos

Entre sus clientes figuraron instituciones como la Diputación de Castellón, aunque a lo largo de su historia también repartió sus creaciones entre destacados personajes como los reyes de España, a los que se les regaló varias placas en sus visitas a Castelló, además del príncipe Felipe y las infantas, Cristina y Elena, a los que se les obsequió con una vajilla.