Nefasta temporada de la trufa de invierno, tuber melanosporum,al. En plena temporada de trufa y en fechas navideñas, en las que otros años la demanda del preciado hongo hubiese sido muy alta, la realidad en este 2020 ha sido completamente diferente.

«Los precios están muy bajos desde el principio del curso. La hostelería lo está pasando muy mal y la demanda se ha desplomado», comenta el morellano Javier Segura, uno de los expertos truferos que comparte su pesar. En un sentido similar se expresa, desde la Todolella, Víctor Milián: «Con las restricciones de movilidad y aforos en la hostelería desde el inicio de la temporada trufera se ha desplomado la demanda. Con la producción que hay en un año normal los precios hubieran sido altos».

Y es que el curso trufero está siendo muy malo en todos los frentes. Hace un año, por estas mismas fechas tan señaladas, el precio de la trufa negra rondaba los 800 euros; en cambio esta semana la tuber melanosporum no sobrepasará los 200 euros el kilo, cuatro veces menos.

Escasa producción silvestre

El crecimiento de hongos en el monte es cada año más escaso y este 2020, tras la dura sequía estival, el afloramiento es ínfimo. «Los días que he salido no he encontrado prácticamente nada, en las truferas que antes eran buenas ahora no sale nada», apunta el experto buscador de Ares, Julio Bayot

La disminución de la trufa silvestre está en una tendencia a la baja que parece no tener vuelta atrás. En este sentido se pronuncia Segura: «A la trufa de monte le quedan dos telediarios. Su desarrollo es prácticamente nulo y la que crece es muy pequeña y de poca calidad». Los factores que explican este proceso de desaparición, según los expertos, son claros. Las altas temperaturas estivales, la escasez de precipitación durante los meses apropiados para el ciclo natural del hongo -primavera y verano-, la superpoblación de jabalíes y la sobreexplotación de las truferas son los principales factores que propician el fin del producto.

«La trufa de plantación es la única esperanza», sostiene Segura. De hecho, y si bien las plantaciones también han sufrido el rigor de las altas temperaturas estivales y la falta de precipitaciones naturales, este tipo de infraestructuras cuentan con sistemas de riego que les permiten conseguir unas condiciones más favorables. «En las plantaciones que hayan podido regar en abundancia tendrán la poca trufa que habrá este año, ahí fiamos el futuro de la temporada», señala Segura. Y en una línea similar se expresa el truficultor y vendedor de trufas Iván Pitarch: «La plantación hay que cuidarla mucho, si puedes trabajarla bien, la calidad y la forma del producto es excepcional».