Balcones, terrazas y ventanas volvieron a ser ayer los escenarios de la Rompida de la Hora de l’Alcora. La pandemia del covid-19 impidió que cientos de bombos y tambores recorrieran las calles de la localidad, pero no logró silenciarlos en la que fue la tercera edición de este evento como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

En la jornada de ayer, Viernes Santo, los tambores sonaron de manera particular por los más mayores, el colectivo más afectado por el coronavirus, en un año muy especial, por cuanto se cumplen 30 años del nacimiento de esta cita, la más multitudinaria de la provincia. Además, la sección de bombos y tambores de la organizadora de la cita, la Hermandas del Santísimo Cristo del Calvario, celebra su 40º aniversario.

Tres generaciones de tamborileros de la familia Paus-Branchat. Javier Nomdedeu

La villa ceramista quiso demostrar al mundo que están más unidos que nunca frente a esta excepcional situación tocando todos juntos, manifestando el sentimiento de unión universal que simboliza la Rompida de la Hora y el sentir por la muerte de Jesucristo. Para ello se animó a la ciudadanía de l’Alcora a vestirse con la túnica, y hacer sonar sus bombos y tambores desde las casas, desde las 12.00 horas y durante 10 minutos, a diferencia de la hora habitual en años anteriores.

El alcalde, Samuel Falomir, participó activamente en el sonoro evento.

Ámbito

Al toque también se sumaron tamborileros de otros municipios y pueblos de España, ya que l’Alcora es la única localidad de la provincia que forma parte del Consorcio Nacional de los Pueblos del Tambor y el Bombo.

Un tamborilero participó desde el Deltebre

Por su parte, la actriz castellonense Carmen Arrufat, que era quien tenía que dar el toque de honor de inicio de la Rompida, tendrá que esperar al próximo año. La joven de 18 año, que fue nominada para los premios Goya aceptó con ilusión este honor y agradeció a la Hermandad del Cristo organizadora de la Rompida que sigan pensado en ella.

Con todo, los alcorinos confían en poder desarrollar este evento cultural y religioso con la fuerza que le caracteriza, una vez se regrese a la normalidad, tras combatir la pandemia del covid-19.