Las Fallas de Burriana vivieron ayer una jornada que, por muchas circunstancias, perdurará en el imaginario colectivo. Tras meses sin actividad josefina por la irrupción del coronavirus, cerca de 400 personas se dieron cita en el patio del colegio Salesianos -con entradas y salidas escalonadas y distancia-- a la entrega de premios a las 19 comisiones que plantaron unas peculiares Cruces de Mayo, por cuanto las creaciones florales no son de la magnitud que solían antes de la pandemia.

El presidente de la Federación de Fallas, Salvador Doménech, no dudó en describir como «muy emotivo» el evento en el que hubo lágrimas, piel erizada y palabras que, por el cúmulo de sensaciones, no fluían como siempre. «Ha sido algo simbólico para magnificar el esfuerzo y el ingenio de las comisiones por crear unas cruces diferentes y colocarlas en un emplazamiento en el que pronto habrá un monumento fallero», dijo Doménech, quien insistió en que es «muy emocionante» volver a ver a la gente con la vestimenta de fiesta y el ajetreo de las horas previas. «En marzo hicimos la Pleitesía pero este sí es el inicio. Volvemos, y ahora ya está claro, aunque sea con muchos protocolos», dijo el responsable de la Federación. 

Por su parte, la edila de Fallas, Sara Molina, se mostró muy satisfecha por el desarrollo de la cita e indicó que, tras un año y tres meses, «el acto era más bien un encuentro de la gente del mundo fallero» y una demostración de que, cumpliendo todas las medidas, se puede retomar la actividad. «La plantà generó mucho ambiente y se nota alegría en las calles», valoró la concejala que aseguró que las máximas representantes de estos festejos estaban «muy ilusionadas» por recuperar la actividad.