Los ataques vandálicos en piscinas municipales crecen los últimos días. A los sufridos por la de Vilafamés, como informó ayer Mediterráneo, los ayuntamientos de Figueroles y Geldo también han condenado daños en las suyas. 

En el caso de la primera localidad, que recientemente ha inaugurado la reforma de la instalación, el pasado domingo tuvo que cerrar a consecuencia de lo sucedido, tras comprobar que los vándalos tiraron cangrejos y peces del río en el interior del vaso. Además de ensuciar considerablemente los vestuarios, embozando también los baños y tiraron piezas de azulejos en el interior de los mismos. Los operarios del Ayuntamiento se afanaron pronto en limpiar el recinto y ayer pudo abrir sus puertas para dar servicio. 

El alcalde de Figueroles, Luis Gregori, anuncia que «se establecerán medidas, como la colocación de cámaras de vigilancia en el recinto, para evitar que estos hechos vuelvan a ocurrir y que si los protagonistas inciden en los mismos, poder pillarlos».  

De hecho, en este pueblo han padecido las últimas semanas otros capítulos de incivismo. Quienes se dedican a destrozar lo ajeno han roto farolas, tirado basura por los suelos (como ha sido en la zona de Santa Bárbara) e incluso han intentado acceder al polideportivo municipal forzando la cerradura. Desde el consistorio inciden en la «poca sensibilidad de quienes cometen estas aberraciones en lugares públicos».  

Por su parte, en Geldo las acciones vandálicas sucedieron la noche del pasado jueves. El propio Ayuntamiento tachó de importantes los daños causados, los cuales obligaron a cerrar el recinto de la piscina el viernes, así como los usuarios del fin de semana han podido ver algunos de los efectos de las gamberradas. «Son una falta de educación y civismo que nos vemos obligados a soportar por parte de ciertos individuos», señalaron fuentes municipales. Los autores rompieron duchas, escaleras de entrada al vaso, azulejos y otros elementos de las instalaciones.  

Lo ocurrido en Figueroles y Geldo no son situaciones aisladas, ya que se une a las defecaciones que sufrió la piscina de Vilafamés, donde han tenido que cerrar la piscina para vaciarla, denunciando los hechos a la Guardia Civil. Estos últimos casos suponen un repunte de los episodios de vandalismo en la provincia, como los sufridos en Segorbe con la rotura de caños de la mítica fuente de los 50 caños, o en Llucena o recientemente en Alcalà con la rotura de un banco dedicado a la igualdad, entre otras localidades que han padecido ataques las últimas semanas.