Corría mediados de la década de los 80 y llegó una noticia inesperada y de sorpresa para los vecinos de Moncofa. El pozo del Duguet que daba el servicio de agua potable se había salinizado. Concretamente fue hace 35 años, en 1986. El Ayuntamiento tuvo que pedir ayuda a la Diputación para que, mediante una cuba, pudiera suministrar agua potable a los residentes, dado que el agua que se extraía del pozo no era apta para el consumo humano.

Tuvieron que pasar siete meses hasta la prospección realizada en la partida de la Pedrera de la Vall d’Uixó, que dio resultado positivo e, inmediatamente, el consistorio procedió a la colocación de fuentes públicas de agua potable, que todavía están en uso, para evitar depender de la cuba que enviaba la Diputación.

Paralelamente, la Comunidad de Regantes local pudo suministrar agua al pozo de l’Aljub para que los vecinos pudieran utilizarla en sus viviendas para higiene personal, porque para cocinar acudían a las fuentes públicas. Esta situación se alargó hasta finales de la época de los 90, cuando Facsa obtuvo el mantenimiento de la red de agua y construyó la planta de ósmosis en 1998. Con anterioridad, se instalaron los contadores de agua en las viviendas, tanto de Moncofa, como de su playa, ya que carecían de ellos y el consumo de agua era desorbitado.

Siete meses que se hicieron eternos. Los vecinos eran conocedores de los trabajos para restablecer el servicio, pero la situación era impensable y de incredulidad el tener que recurrir a cubas para tener agua en casa.

Para los niños era todo un acontecimiento ver llegar al camión con el agua hasta la plaza Constitución, donde los vecinos hacían cola para rellenar sus garrafas. Una afección que alcanzó la temporada de verano y también padecieron los turistas.