La playa de la Concha es una de las mejores valoradas por los turistas de Castellón. Los veraneantes disfrutan del mar y del sol en la costa pero, además, esconde un secreto y un atractivo adicional para los más creyentes. Muchas personas visitan a diario una réplica de la Virgen rodeada de flores, que está situada entre las rocas de una cala.

Personas de distintas edades, solas, en pareja o en grupo acuden a este lugar de culto a distintas horas del día para rezar por los suyos. Unos y otros llevan flores naturales o artificiales que van renovando con el tiempo. Se trata de una pequeña réplica de plástico de la Virgen de Lourdes o de Fátima, que se va deteriorando bajo el sol y por el salitre, o desaparece durante los temporales, pero que se renueva por los religiosos más fieles al lugar.

Desde hace cuatro décadas

Esta peculiar imagen levanta gran pasión entre sus seguidores. Diversas fuentes relatan que el origen de la Virgen en la cala se remonta a hace más de 40 años.

Hay quienes recuerdan a tres jóvenes que se estamparon contra las rocas o a un niño que murió ahogado, razón por la que a veces aparece un chupete entre las flores. Otros agradecen allí la cura de una dolencia terminal, algunas mujeres cuentan que van allí para recordar a una amiga del pueblo que falleció, aunque no lo hiciera en el mar, y otras relatan que piden con insistencia que de salud a los afectados por el coronavirus.

Asimismo, devotos recalcan que esta iniciativa popular favorece las actividades de culto al aire libre en plena pandemia. Una forma de desconectar y mostrar fe religiosa junto al mar.