A día de hoy, prácticamente nada se ha hecho desde las instituciones para conmemorar un episodio tan trascendental para la historia de los valencianos. Sin embargo, las amplias repercusiones que en varios sentidos tuvo aquella rebelión, protagonizada por una parte significativa de la sociedad valenciana, bien merecían una mínima atención y reevaluación, de la que ofrecemos al lector una breve síntesis de lo ocurrido en la actual comarca del Baix Maestrat.

El 21 de junio de 1521, día en que fue reducida a cenizas la Germanía del Maestrat, habían transcurrido ocho meses desde que prendiera en su capital, Sant Mateu, una rebelión que estalló en València el verano anterior. La naturaleza de la sublevación armada, iniciada en la ciudad del Turia por unos menestrales y artistas dispuestos a acabar con un gobierno controlado por la oligarquía y la nobleza que consideraban despótico y corrupto, es bien conocida por los historiadores, pero no así por el gran público. En resumen, la rebelión tomó el control de la capital del Reino y se extendió por el amplio espacio rural valenciano, desplazando en muchos casos a sus autoridades e iniciando procesos de ruptura con el orden establecido.

Las ciudades reales valencianas se agermanaron una tras otra, a excepción de Morella, pero esta excepción fue decisiva para el futuro fracaso de la rebelión (también el fallido sitio de Peníscola), pues en el verano de 1521 comenzó la contraofensiva realista desde el norte del Reino, que concluyó con la toma de la capital. A partir de entonces, los agermanados que aún resistían al sur de València radicalizaron su visión y pretendieron transformar de raíz los fundamentos de la sociedad.

Crisis en el Mediterráneo occidental

La crisis que asolaba el Mediterráneo occidental desde comienzos del siglo XVI había afectado de manera notable a territorios como el Maestrat Vell de l'Orde de Montesa. La ininterrumpida pérdida de habitantes nos muestra el preocupante grado de decadencia de muchas de las poblaciones rurales del norte castellonense, al igual que el gran movimiento migratorio resultante. Inmigrantes, principalmente valencianos, buscaron una segunda oportunidad en el Maestrat, pero también desde esa región se desató la emigración a zonas urbanas, singularmente a València. Dos de aquellos emigrantes deben ser destacados: el tejedor Guillem Castellví, alias Sorolla, mano derecha del pelaire Joan Llorens, líder e ideólogo de la rebelión, y el carpintero Miquel Esteller, capitán general. Sorolla era oriundo de Sant Mateu, y Esteller probablemente del Mas dels Estellers o Traiguera. Fue Sorolla quien promovió entre sus antiguos paisanos sanmatevanos la adhesión a las Germanías en el verano de 1520, durante un viaje cuyo objetivo primordial era obtener la adhesión de Morella. 

El castillo era esencial para garantizar el éxito de la empresa y tratar de extender las Germanías al resto de la Corona de Aragón, pero Sorolla se topó con la férrea oposición de sus oficiales. Sin embargo, la consolidación de los insurrectos en la capital del Maestrat les permitió atisbar alguna esperanza de control del norte del Reino si finalmente deshacían la resistencia de Benicarló (donde se habían refugiado los comendadores de la Orden de Montesa) y del asediado alcaide de Peníscola.

Sin éxito

En la iglesia arciprestal de Sant Mateu resistieron los últimos agermanados. MEDITERRÁNEO

Ninguno de los dos objetivos, básicos para asentar el poder agermanado en el territorio, tuvo éxito. Abandonado el asedio de Benicarló, los comendadores se reorganizaron y prepararon la contraofensiva realista sobre Sant Mateu que caía el 21 de junio, apoyada por el baile de Morella don Berenguer de Siurana. Era el golpe definitivo a las Germanías del Maestrat. 

El subsiguiente ejército agermanado de socorro procedente de València, al mando del ya mencionado Miquel Esteller, fue neutralizado y la campaña de ese verano se saldó con la entrada de las fuerzas de Carlos I en la capital del Reino. Solo restó acabar con una resistencia en el sur, memorable pero ya a la desesperada.

Se ha interpretado la lucha campesina y menestral en el campo durante esos meses como un fenómeno más del sempiterno conflicto entre señores y campesinos. Sin embargo, esta visión no se corresponde del todo con la dinámica de los acontecimientos en el Maestrat, donde hallamos una fenomenología relacionada con la oposición de los sectores más desfavorecidos frente a una oligarquía que controlaba los consistorios, y no tanto una lucha campesina contra la Orden de Montesa. Tampoco fue mayoría la sociedad del Maestrat que se involucró en la rebelión. Al contrario, incluso en Sant Mateu, epicentro de la sublevación, no hubo una mayoría clara de agermanados. Sí es cierto que lo hicieron buena parte de sus menestrales. En las demás localidades donde hubo agermanados (Cervera, Benicarló, Càlig, Canet lo Roig, Salzadella, Traiguera y Alcalà de Xivert) el impacto de las Germanías fue reducido, y sus oficiales y consejeros se decantaron generalmente por una clara declaración de fidelidad al rey. 

Arranca la represión

Derrotados los agermanados tras la capitulación de su último reducto en Alzira y Xàtiva en diciembre de 1522, comenzará la represión, atizada por la virreina doña Germana de Foix a partir de noviembre de 1523, quien amplió las condenas a muerte y las confiscaciones. En el Maestrat, pese a que el maestre había iniciado previamente la represión mediante composiciones (multas), la justicia real juzgó por su cuenta a los encausados en 1524, y los sometió igualmente a diversas penas económicas según el grado de culpa y patrimonio, lo que supuso un doble castigo a las afligidas economías domésticas del territorio. 

Las consecuencias de todo ello se harán notar a lo largo de la primera mitad del siglo XVI. Hoy, las Germanías plantean cuestiones de plena vigencia vinculadas a la relación entre gobernantes y gobernados, las consecuencias del abuso del poder y la corrupción, las virtudes y debilidades de los sistemas de gobierno, los efectos de las crisis económicas, el fenómeno de la migración... Las Germanías forman parte indiscutible de la memoria colectiva de los valencianos, y solo por eso cabía recordarlas en su quinto centenario. El Centro de Estudios del Maestrazgo se ocupará de esta cuestión en las Jornadas de Estudio que se celebrarán el próximo mes de octubre en Benassal, enmarcadas en una más amplia presentación de trabajos