Garajes y sótanos con más de metro y medio de agua, mobiliario de playa destrozado en plena temporada turística, coches prácticamente cubiertos por el agua en calles que parecían ríos...

La súbita tormenta del domingo por la mañana que azotó con dureza Benicàssim cambió en apenas una hora la fisonomía la localidad, tras caer más de 150 litros por metro cuadrado para cerrar un mes que ya se ha convertido en el agosto más lluvioso en la historia del municipio, que poco a poco intenta recuperar la normalidad.

Estos son cuatro testimonios que ejemplifican cómo amaneció Benicàssim este lunes, en el día uno después de las repentinas inundaciones, por las que el Ayuntamiento pedirá este jueves la declaración de zona catastrófica al Gobierno a causa de los numerosos daños que ha dejado la fuerte tromba de agua.

Pese a tener la puerta del garaje cerrada, el agua entró en el sótano de la farmacia y lo puso todo patas arriba. Manolo Nebot

"Las pérdidas serán alucinantes"

Uno de los negocios que más ha sufrido los estragos del intenso aguacero es la farmacia Azulmar, cuyo acceso y garaje dan al paseo marítimo. Aunque en el momento del diluvio el local estaba abierto, no tuvieron margen para maniobrar. «Todo lo que estaba del segundo estante para abajo está mojado y se tiene que tirar. Todos los medicamentos de la nevera se han ido al aire también. Las pérdidas van a ser alucinantes...», augura Maika de la Fuente, una de las empleadas del establecimiento, quien explica que hasta que no venga el seguro, no van a recoger nada del suelo.

Un vecino del bloque de apartamentos intenta arrancar un coche. Manolo Nebot

"El coche parecía que surfeaba"

Los vecinos del bloque de apartamentos La Gaviota, en la calle Sigalero, una de las más damnificadas, estuvieron ayer toda la mañana sacando el agua que aún quedaba de la entrada del portal y probando si funcionaban los coches para retirarlos del aparcamiento. La grúa se llevó a más de un vehículo. «Hacía muchos años que yo no veía algo así. El coche literalmente iba solo, parecía que se metía en una ola de surf. Aquí lo que hace falta es un colector transversal que canalice todo el agua que llegue del barranco», opina Paco Arrufat, residente y, a la vez, administrador de la finca.

Dos vecinos cargan una carretilla con enseres para tirar de su garaje, en el que llegó a entrar más de un metro de agua. Manolo Nebot

"Fue dantesco, la nevera flotaba"

Clara Brito y su familia tuvieron que realizar muchos viajes ayer, desde su garaje con rampa hasta la calle, para vaciar las decenas de enseres que se vieron obligados a tirar a la basura como consecuencia de la fuerte tromba. «Estaba en Castelló cuando pasó todo, pero al volver no me podía creer lo que estaba viendo... Había más de un metro de agua, me llegaba a más de la mitad. Fue dantesco abrir y ver cómo la nevera estaba flotando en el garaje», cuenta esta vecina de la calle Florida, que fue un trajín continuo de residentes achicando y del paso de vehículos de la empresa de limpieza.

Un vecino tira una paella y una silla de playa a un vertedero improvisado lleno de enseres inutilizados por la lluvia en la calle Florida. Manolo Nebot

"La calle se convirtió en un río en media hora"

«Me fui a desayunar y, en menos de media hora, mi calle --Florida-- estaba hecha un río. Una auténtica rambla intransitable». Es el testimonio de Santi Palau, otro de los vecinos de ese vial afectados por la intensa riada, que no quiere ni cuantificar los daños que ha podido dejar el temporal en su propiedad, pese a que «todo pasó tan rápido y de repente». Mientras atiende a este periódico, este residente tira al lado del contenedor una paella y una hamaca en un montón de residuos que ayer se convirtió en un vertedero de objetos víctimas del agua y el colapso del alcantarillado.