Nules ha ofrecido esta tarde una de las imágenes más atípicas de las que vienen protagonizando las fiestas populares desde que en el mes de marzo del 2020 comenzaron a suspenderse todas las programaciones a lo largo y ancho de la provincia. El barrio de Sant Xotxim, que ayer inauguró su semana festiva con la presentación de la reina y las damas también en un escenario poco habitual, la plaza de la ermita de su patrón, ha vivido hoy la procesión más poco participativa de su historia. Únicamente ha salido la imagen del santo.
La sui generis convocatoria se hizo pública hace unos días a través de las redes sociales. La comisión explicaba a los vecinos que habría procesión, pero no con las características habituales, ni mucho menos. Nadie podía participar. Solo saldrían Sant Xotxim, los porteradores y los niños acompañantes. Y así ha sido. El respeto de los vecinos y devotos ha sido estricto, como ha podido comprobarse durante todo el recorrido.
La de estas fiestas es posiblemente la más multitudinaria de las procesiones que se organizan en Nules a lo largo del año. Es una tradición familiar que ha sobrevivido al paso del tiempo, pero que no ha podido hacer frente a la pandemia y sus restricciones. Al ritmo de la percusión interpretada por un único músico, seguido por un sacerdote y una reducida representación de la comisión, los residentes en el raval han tenido que conformarse con esperar en la calle a su paso. En ningún punto ha habido concentración de gente, más bien el público ha estado muy disperso. Pero para los organizadores era importante que el barrio pudiera ver a su santo en la calle, después de haber suspendido las celebraciones del 2020.
Han prescindido de actos tan multitudinarios como los bous al carrer, el pasacalle, que se habría celebrado esta mañana, o la inauguración de la Fira Agrícola, aunque sí que se celebrará, con la participación de expositores en el recinto de costumbre, tal y como anunció en su momento el Ayuntamiento, que es quien organiza el evento.
Para los vecinos, la procesión de hoy ha sido una mezcla agridulce de sensaciones, por un lado, la alegría de volver a ver a su patrón por las calles del barrio, pero por otro, la tristeza de que haya sido de una manera tan poco arropada.