Las prospecciones arqueológicas en la futura urbanización Golf Sant Gregori de Burriana siguen dando sus frutos. Las labores de las últimas semanas han permitido sacar a la luz la cimentación del Molí de l’Arròs, una antigua infraestructura hidráulica ubicada entre el camí Marjalet y les Salines de la que se tiene documentación desde el siglo XVIII. Esta intervención, previa a urbanizar la zona, forma parte del acuerdo entre la promotora y el Ayuntamiento de Burriana. 

El arqueólogo municipal, José Manuel Melchor, explica que «teníamos constancia de la existencia de estos restos, aunque solo era visible la parte de la toma de agua sobre la acequia y por eso lo incluimos en el plan de trabajo de la urbanización». No obstante, la información sobre el conjunto era muy escasa, por lo que la excavación servirá para investigar el valor histórico del enclave y documentar los restos encontrados debidamente. El siguiente paso consistirá en elevar a la Conselleria de Cultura el informe con las características del descubrimiento y dilucidar el ámbito de protección

Activo hasta el s. XX

Los primeros indicios apuntan a que el molino arrocero estuvo en marcha hasta principios del siglo XX, pero según apunta Melchor, «la prohibición del cultivo de arroz motivó posiblemente su decadencia». De momento, no hay datos suficientes para fijar su origen, ya que en los años 80 se derribó por completo la estructura, pero el arqueólogo apunta a que «seguramente la edificación ha vivido varias reformas por lo que aventuramos que sea más bien del siglo XVII». 

Aun así, han podido recuperar el patio del molino y alguna estructura similar a un almacén, ya que no se trataría de una construcción de gran tamaño. Las pequeñas dimensiones del artefacto, que tenía como objetivo descascarillar arroz, seguramente no permitió su posible reconversión para el trabajo de la obtención de aceite o harina como sucedió con otras infraestructuras rurales localizadas en la Plana, lo que derivó en el cierre y posterior derribo. 

Otro de los problemas a los que seguramente se vio abocado fueron los continuos conflictos entre los molineros y agricultores por la cuestión de la distribución del agua, una discusión bastante común en aquella época que derivaba en luchas por el regadío. 

Retoman las labores en la villa romana

Tras un breve receso durante parte del mes de agosto, los servicios arqueológicos han retomado las tareas en la villa romana ubicada a tan solo 100 metros de la línea de costa. Este yacimiento, que va camino de convertirse en el más importante de la Comunitat Valenciana por importancia y tamaño, también forma parte del proyecto Golf Sant Gregori, que incorporará los restos en mejor estado de conservación al plan urbanístico como atractivo histórico y patrimonial.

El arqueólogo municipal, José Manuel Melchor, informó que «las actuaciones se paralizaron los últimos 15 días de agosto porque el calor complica mucho el trabajo de los técnicos, pero ya hemos vuelto al terreno para seguir con las prospecciones». No obstante, la actividad no ha cesado en el Museu Arqueológic Municipal, funcionando a pleno rendimiento para referenciar todos los materiales hallados en el recinto, como pintura mural, diversos utensilios de pesca y diversos restos cerámicos. 

Una vez que ya se ha delimitado todo el perímetro, los trabajos se centrarán en analizar tramo por tramo el terreno y definir poco a poco cada uno de los hallazgos. El equipo comenzará por la parte más cercana al litoral y así ir avanzando hacia el interior. Cabe recordar que, según los primeros indicios, estas eran unas dependencias de lujo con un complejo termal, la vivienda principal, patio de entrada y diferentes estancias para los siervos, esclavos y animales.